Salía de casa como siempre, atropellándome con el abrigo, la bufanda, los auriculares, la selección de música, los dos mil pensamientos en mi cabeza... A unas veinte casas de la mía, una chica salió también de casa. La ví acomodarse el abrigo, el bolso y cuando comenzó a caminar, escuchamos que alguien silbaba. Ese silbido clásico que se hace para las chicas guapas.
Ella miró hacia arriba y, en el último piso de su edificio, un chico estaba asomado a una ventana pequeña, con cara pícara. La misma sonrisa de él se telegrafío en ella. Ambos besaron la mano - no creo que sincrónicamente, quizá ella inició y él copió el gesto - y sacudieron el beso para que llegara hasta el receptor.
El cerró la ventana con la misma sonrisa pícara. Ella sacudió la cabeza y siguió su camino dando pequeños saltitos, hasta que dejé de verla al cruzar la avenida.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario