31.7.03

El limbo

Hoy intenté jugar al resideño del blog. Me sigue pareciendo que la letra es demasiado grande, pero supongo que es una cosa del poco a poco. Lo que sí me queda en la duda es qué sucedió con mis primeros posts. ¡No están en ningún sitio! ¿Alguien puede ayudarme?

Gracias, infinitas, a los que se compadezcan de mis incapacidades tecnológicas.

18.7.03

Como de película

Hay una nota en el portal de T1MSN que refiere una historia similar a la de cualquier película de conspiraciones: resulta que David Kelly, un investigador inglés de armamento de destrucción masiva quien supuestamente "le dió el pitazo" a la BBC de que Blair había exagerado la información que tenía sobre Irak para justificar el ataque, apareció muerto.

El hombre desapareció y ahora hay un cadáver que se parece a su descripción, incluso tiene la ropa que Kelly tenía cuando salió de su casa a "dar un paseo".

Mi pregunta es: ¿dónde quedó la discreción de los gobiernos mundiales para ser cochinadas? ¿O es que de plano alguien está tan enrolado en descalificar a Blair que no le importa matar a alguien?

Inocentemente, a mí me gustaba creer que por lo menos en los países "occidentales" la vida valía un poco más: que las ideas de ojo por ojo y el poco valor del otro que predominaba en las películas de vaqueros se habían acabado. Oh, craso error.

¿Y ahora? ¿Qué tendrá Blair que decir al respecto? ¿Y la BBC? Constantemente se encuentra uno con el debate al respecto de qué tan ético es que un medio de comunicación mantenga la confidencialidad de su fuente. En este caso, es muy clara la razón para esto. ¿Qué hubiera sucedido si la BBC no hubiera dicho quién era su fuente? Más importante, ¿era Kelly su única fuente? La semana anterior, Kelly fue interrogado por la Comisión de Asuntos Exteriorse de la Cámara de los Comunes. Ahí, el experto negó que él hubiera informado a la BBC que el gobierno cambió el enfoque de la información que tenía sobre Irak para justificar sus acciones. Kelly aceptó que había hablado con un reportero de la British Broadcasting Company pero también afirmó que él no había sido el único. Y ahora, mi querido David, bienvenido al mundo de los chivos expiatorios.

¿Otro detalle simpático - aunque creo que no tiene que ver con una conspiración, sino con un ataque de distracción-? Me enteré de la noticia en la página principal de T1MSN,la que sale cuando uno cierra su cuenta de Hotmail. La liga establecida en esa página - por lo menos hasta hace 10 minutos - llevaba a la noticia de la ratificación del suicidio de Digna Ochoa, no al área de Internacionales. Finalmente, las dos notas son igual de tristes. Le quitan a uno un poco de fé en que las cosas pueden arreglarse de modo ortodoxo.

10.7.03

Migraña

¿Alguien por ahí tiene una buena idea de porqué le da a uno la migraña? Es casi como morirse...

Por cierto, si algunas personas tienen razón y lo que pasa es que estoy demasiado tensionada, debo confesar una más de mis culpas: yo no voté. Y no porque no haya querido ni por simple y llana apatía, sino porque hace un par de meses perdí mi credencial de elector, no me la quisieron renovar en el IFE y me quedé sin oportunidad de ejercer mi derecho.

Lo cierto es que hubiera tenido que ir a Guadalajara a hacerlo. Me sorprende, tanto, que haya ganado el PRI en Zapopan, que mejor ni opino. Igual, tampoco hubiera votado yo ahí, sino en Guadalajara, donde ganó el PAN.

Perdón por no votar. Prometo que haré lo posible por cuidar mejor mi credencial. - Esta disculpa no es sólo para el hipotético lector. Es también para mí, que no puedo con el remordimiento.

2.7.03

El decente y dulce arte del odio

En esta ciudad, la gente no espera a que te presentes: te odia antes. Finalmente, eres uno de los millones que emigran cada año buscando algo mejor. Lo que sea que esto signifique. Obviamente, con el tiempo, ese odio que se percibe en los ojos de los más amargos - no pueden evitarlo... se les escurre hasta de las barbas - poco a poco va siendo menos intenso. Menos obvio.

El punto es que finalmente este odio no es tal. Porque el odio en toda su extensión es un arte muy decente y a la vez muy cursi. Si algo te exaltó tanto como para despotricar contra él es que tienes sentimientos sumamente profundos relacionados en esa área. Ejemplo: uno no puede odiar, nada más porque sí, al sujeto que se le cruza en media calle. Lo odia porque pasó primero que uno y obtuvo algo que se deseaba: la velocidad, el cruce prioritario. Pero ese tipo de odios momentáneos se quedan en eso, en el instante. Por más que lo "odies" porque es un "bruto animal", seguramente parte del odio viene del hecho que tiene algo que tú no. Vaya, el arte de reflejarse en el otro.

Según yo lo veo, el odio real sólo se puede expresar contra alguien o algo que quieres o añoras mucho. Es persistente y te reverbera en las entrañas, te hace que busques las cosas que el otro hace y las critiques constantemente. Porque aún te importa. Porque no puedes lograr sacar de tu mente que tiene algo que tú no. Porque se fue y te dejó con algo ahí, en el tintero. Aunque sea un par de mentadas o de reclamos. Por eso seguimos diciendo que el otro es un imbécil, que no sabe nada, que es un insulto a la inteligencia y la humanidad que siga caminando sobre la tierra: porque no podemos aceptar que está ahí, con todo y lo que tenemos en contra de él. Está ahí y está bien, haciendo lo que le viene en gana sin consultarnos, ni preocuparse, por lo que nosotros podamos pensar.

Ayer conocí a una mujer que me impresionó. Me sorprendió por la cantidad de odio contra la humanidad que puede transmitir con su mirada. Terrible. Increíblemente también, es la mujer con la piel más hermosa que he visto jamás. Resultado por supuesto de su aparente incapacidad de reír, llorar, o cualquiera de esas cosas terriblemente humanas que nos hacen vernos humanos. La verdad es que yo a mí vez la odié un poco, porque tenía la posibilidad de algo que yo... bueno. Me dijo que No. Y eso siempre me molesta.

Y ella es tan sólo uno de mis muchos casos de odio. De los más bajitos porque, haciendo honor a la verdad, ni la conozco y creo que ni me va a tocar conocerla más. Mis otros casos son de odio en ambos sentidos. Y a veces me da mucha risa cuando empiezo a destrozar - puraenvidia - la exitosa o no tan exitosa vida y milagros de los seres con quienes no he terminado de cerrar mis amores o pasiones. Por otro lado, los seres que aún me aman - o por lo menos me recuerdan con minucioso rencor, je - se siguen ocupando de mis ires y venires. Está bien. Está muy bien, como diría mi querido Chacuas. Finalmente, la gente tiene que comprarse sus venganzas, reforzar sus frases declaratorias, redefinirse constantemente como los correctos de la historia. La verdad es que yo hace mucho tiempo que me dí cuenta que al final, yo siempre voy a ser la que está mal. Por eso, disfruto minuciosamente mi consabida estulticia y me dedico a predicarla en este lindo blog.

He dicho, je.
Dedicatorias

Desde hace muchos meses, me he dedicado a una tarea un poco infame cuando visito las librerías de viejo: revisar cuáles de los libros que están a la venta tienen dedicatorias. Nunca he podido decidir del todo si se trata de peleas con el autor en cuestión o simplemente de falta de dinero lo que obliga a muchas personas a poner su memoria en venta.

Quizá lo más triste de todo sean las declaraciones de omnipotencia. Las firmas de los autores que aseveran que el mundo será diferente gracias al hipotético lector y la obra en cuestión, que en la mayoría de los casos es prescindible.

Hay algo todavía peor: aquellos no-autores (o autores to be, en algunos casos) que deciden sellar con frases lapidarias libros magníficos. Generalmente, yo me encuentro entre ese tipo de ingenuos, que creen que es una buena idea dejarle un mensaje a alguien entre las páginas de un buen libro para que "nos recuerden".

Tengo un par de libros a los que hubo que arrancarles la dedicatoria. Magníficos libros, regalados con un supuesto amor muy chaparro... como es chaparro decir que la esquina de Tacubaya con Revolución es una versión chilanga de Times Square. Hay gente que no debería tener permitido escribir en los libros, por lo absurdo de su posesión en toda la amplitud de la palabra. Lo bueno es que los libros - que son al final lo que importa - siguen ahí.