31.12.14

Carta a mi misma hace 365 días

Esta es la luna desde nuestra ventana el último día de 2014
Querida mía:

Esto será corto. Muy corto. Lo sorprendente es lo rápido que llegaremos a 31 de diciembre otra vez.
No te asustes. Ante todo, no te asustes. Necesito de ti que estés serena y que enfrentes el año con la mirada alta... pero acuérdate de mirar por dónde caminas. Te van a tocar un par de tropezones que te pondrán en tu sitio.

Este resfriado que tienes hoy no durará. Pero vendrán otros. Muchos otros. Volverás a entender qué se siente enfermarse de estrés. Volverás a hacer muchas cosas: a trabajar de ocho a cinco en una oficina, a dar clases, a subirte a un avión... a subirte a muchos aviones. Los aviones - y los trenes y los autobuses y los barcos - son maravillosos pero no son lo que realmente te hará viajar. Tu viaje, este año, será contigo. Será con esas cosas que hasta ahora no has querido ver.

Entonces el destino que te plantees, cualquier destino, será bueno. Cada viaje, cada avión, cada tren, cada retraso, cada café, te parecerá que te abre una puerta. Este año más que nunca está hecho para que aprendas a escuchar. Con cuidado. A escuchar a los otros. Y más importante que nunca - a escucharte a ti (estoy hablando de los resfriados, sí. Y también de las contracturas de la espalda. Y de esas ganas locas de ir a ver a quien sabes que necesitas ver).

Este año cumples diez años en Barcelona. Estarás feliz, estarás contenta, estarás llena de dudas. Y en el camino, en las dudas y en las lágrimas, te darás cuenta que esto es rápido. Que la gente que amas se va, se muere, se pierde en el camino. Pero que otra se queda, llega, te hace sentir más viva. Que necesitas tomar decisiones para que tu vida avance. Que no le pasará nada a tu cuerpo si lo tatúas ni a la cuenta de banco si la vacías. Que las cosas te van a pasar a ti cuando decidas que te pasen - cuando abras los ojos y el corazón a todo lo que amas y deseas.

Ahora, este año - el más corto de todos tus años hasta ahora - te llenará de cosas que habías olvidado. De amigos maravillosos que se te habían quedado en el camino. De dolores pasados que necesitas abrir, limpiar, para que cierren. De deseos, de ansiedades, de seguridades. De ese amor por escribir que a veces escondes entre tus preocupaciones financieras.

No quiero decirte más, no puedo decírtelo todo: baila, escribe, canta, ríete, viaja, ama, sé feliz. Nada de lo que imaginas estará a la altura de lo que sentirás. No se trata de ser estúpidamente romántica: se trata de entender que esto que viene es - te lo digo - maravilloso. Aunque de miedo.

Un par de cosas más: levántate temprano siempre que puedas para ver la salida del sol y acompáñalo a su puesta (en esta que te mando se ve la última luna del año desde tu ventana. Ahora esta es tu ventana. Y tiene luz). Habla con teléfono con más frecuencia con tus padres y tus amigos lejanos (o mejor por videollamada). Toma más fotos con el corazón que con la cámara. Da constantemente las gracias a la gente que te regala el mundo, al mundo que te regala tu gente. Cómprate un traje de baño cómodo, zapatos de correr rosas, unas botas para nieve y un abrigo calientito pero ligero. Extiende tus brazos todo lo que puedas: necesitas prepararlos para todos los abrazos que vendrán.