Si la primavera hizo un ensayo general hace unos días, ahora ha vuelto por sus fueros el invierno. El invierno en uno de sus trajes más espectaculares: los días fríos, con viento y con un sol brillante. Es el invierno más caprichoso, que no te deja: si llevas abrigo y estás en el sol, tendrás calor. Si dejaste el abrigo en casa, tendrás frío en cualquier rincón que no esté plenamente soleado. Necesitas zapatos gruesos - porque el frío se queda en el suelo y sube, fácilmente, por los pies.
Es como encontrarte una carta de amor antigua - la carta o el amor. Da un poco de miedo: te calienta el sol/la carta y podrías descubrirte pero sabes que tres pasos más allá está la sombra, lo de hoy. Y no consigues decidir.
Por eso quizá te envuelves en una manta y te sientas lo más cerca posible de un ventanal. A robar el calor del sol sin salir de la seguridad térmica de tu encierro... con aquel disco que te hace acordarte de eso de lo que hoy es mejor no hablar...
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