18.3.13

Olores (33)

Llega la primavera y con eso, mi capacidad respiratoria y olfatoria disminuyen. Esta mañana ví por primera vez las semillas de los plátanos pasar volando a toda velocidad por la Rambla y, comme il faut, estornudé sonoramente. Es así - la nariz de uno no se puede controlar. Ni lo que está huele. Y a eso puesto, ni a lo que olemos.
Y en esa línea, hoy quiero prometer y jurar que no quería oler a caramelo de fresa. Pero resulta que esta mañana cuando me iba corriendo al gimnasio y tomé el primer pote de gel de baño que encontré, era uno de fresa que me habían regalado hace tiempo. Así que después de hacer el ridículo con mi poca capacidad respiratoria en el gimnasio - nada más patético que verse a uno en el espejo, rojo como tomate, tratando inútilmente de seguir a la profesora que salta de un lado a otro sin-que-se-le-mueva-una-pestaña - me duché y me quedé oliendo a... caramelo de fresa.
Tengo la tendencia a llevarme las manos a la cara y cada vez que lo hago, me da por pensar que o debería ponerme una mordida a mi misma, o salir a la calle a ver si sigo oliendo a lo mismo, o mi capacidad olfativa está mutando y no me doy cuenta... no huelo la primavera, pero huelo a fresa...
Supongo que, a pesar de los pesares, todo puede cambiarse: hasta nuestro olor natural.

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