En pleno proceso de tesis, me paso el día pensando. Más que nunca hay en mi casa tazas de té a medio tomar en las habitaciones y decenas de post-its pegados en las paredes. Me dejo las puertas de la alacena abiertas. Pienso y repienso. Cuando me canso, me pongo a leer cualquier otra cosa. Intento descansar de pensar pensando. Encontrando maneras de explicar.
Uno de mis cocos ahora es la definición del famoso marco teórico: aquel conjunto de ideas que te ayuda a explicar eso de lo que hablas. El reto es tomar las ideas de otro, enfrentarlas a la realidad que conoces y a partir de ellas, construyes un mundo, una explicación diferente. Desgranas la realidad. La pones en perspectiva.
Suena complicado, pero en realidad es relativamente simple. Es, una vez más, la perspectiva desde donde miras. Por ejemplo, si yo no hubiese estado leyendo una novela sobre brujas veracruzanas la semana pasada, no me hubiese sorprendido tanto que hoy, en la celebración católica del domingo de ramos, afuera de las iglesias no sólo se vendieran palmas (como en México), sino también atados de ramas de árboles y plantas de olor. El marco de la novela me hizo acordarme como, en el fondo, todo el pensamiento mágico es fé, fé en que hay algo en la naturaleza, algo más grande, que nos protege. Con iglesias y sin iglesias.
Si yo no hubiese pasado toda mi infancia en un entorno tan católico, no sería capaz de entrar a una Iglesia y leer sus rituales como una especie de terapia de grupo y, al mismo tiempo, como un regalo compartido de unos a otros.
Si yo no hubiese aprendido a extrañar a mis familia y mis amigos, no daría tanto valor poderme sentar a la mesa de mis familias de adopción, las que también tejen una red de seguridad a mi alrededor. No comprendería la emoción de que mi sobrina cantara a 10.000 kilómetros y bailara conmigo a través de una cámara de video.
Si yo no hubiese crecido en una ciudad de veranos lluviosos no me sentiría en casa al ver una cortina de agua que lava las calles y de alguna manera, lava también las tristezas y las incertidumbres.
Ese es parte de mi marco - de él me siento agradecida y orgullosa.
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