Hace algunos días me encontré por la noche que Marco, el coloc que cumplió años ayer, estaba viendo en la televisión un programa de esos de viajes sobre México. Era súper bonito. Unas tomas lindísimas de varios estados del país, de la gastronomía, las flores, las playas, la gente... Todas esas tomas que uno usualmente no ve en la televisión.
Desde hace años, desde que vivo fuera, estoy tristemente acostumbrada a que el reflejo que se hace de México en las noticias es la de una especie de república bananera (con todas las malas connotaciones posibles de este término) en la que cuando no hay crisis por emergencias naturales, hay señores que movilizan a la gente llamándose a si mismos "Presidentes Legítimos" o hay un montón de muertos en todos lados - desde muchachas en Juárez hasta narcos en todo el territorio nacional.
La gente dice que va a México y va a Cancún. Pero Cancún este mes acaba de anunciar que ellos no quieren que en los anuncios de "su" destino turístico aparezca el nombre de México - la imagen del país está demasiado dañada frente al turismo con tantos enfrentamientos entre los narcos.
El mes pasado fueron la canciller Patricia Espinoza y el Secretario de Turismo, Roberto Elizondo, los que dijeron que son las acciones del narco y la cobertura que los medios de comunicación están dando de esto lo que está dando al traste con la promoción al turismo nacional - "campaña negra", la llamó Elizondo. Hoy es el historiador Enrique Krauze el que publica en el New York Times un artículo que desbarata la teoría de que somos un país en descomposición.
Yo no digo que no sea grave lo que está pasando en México. Hay una guerra de poder entre entidades sumamente violentas que, obviamente, está pasando por un montón de muertes. Para mí no es una razón válida para ir o no ir. Lo cierto es que me gustaría ver más en la tele explicaciones sobre la talavera o las tradiciones como el Viernes de Dolores, que sobre los narcos que aparecen todos los días muertos. Ya, que tiene interés noticioso - pues no sé. Quizá interés morboso. No de cercanía.
Que yo no tengo miedo de ir a mi tierra, pues. Que mis papás tampoco tienen miedo de vivir ahí. Y que me da mucha tristeza que algunos de mis amigos de acá piensen que sí tengo miedo, sin preguntarme, por lo que ven en la tele.
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