29.8.15

Viernes social (85*)

Todo sucede cuando menos te lo esperas – yo imaginaba una tarde larga, con visitas y caminatas de un lado a otro  a la ciudad, pero quizá con un poco más de tiempo que dedicarle al trabajo. Fue casi inútil porque había que trabajar pero la mañana del viernes, en cuanto abrí los ojos, me dí cuenta que lo que tenía que hacer era mover cajas. Tenía casi una semana viviendo en casa de la misma manera que había llegado a ella – con las maletas abiertas, sin pasar de un sitio a otro ninguna de las cosas que me decían que no acaba de aterrizar. Ya con nevera y con agua caliente la percepción había cambiado, pero sobre todo había unas cajas de libros que tenía que mover para hacerme el paso más sencillo.
 Y la mañana fue así: con música, con movimiento de cajas, con selección – una vez más – de objetos que sirven y los que no. Es increíble cómo el tiempo pasa cuando uno se divierte. Y cómo también, al acomodar cosas en su sitio – aunque sea temporal – se llega a la conclusión de que lo que hay que tener es un espacio vivible.
Después la tarde se pasó en estar en mi viejo barrio y mi antigua casa (que encuentro mucho más bonita con los muebles de los nuevos inquilinos), recibir noticias de más sobrinos que vienen en camino (esperemos con muchas tortas bajo el brazo) y bueno, organizar pasear. En el último momento, una invitación a cenar casi cerca de casa y la posibilidad de ver gente querida. Aceptar. Tomar unas copas de cava. Reírse con ganas. Subir al nitbus y saber que la mañana no sería fácil… pero sería más amable. 

La tesis: sólo un poco de reflexión en estructura. Pero ni una línea escrita o revisada.

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