25.8.15

Cumpleaños extendido (89)

Miss M. cumplió años el domingo pero no lo celebró ese día porque el lunes tenía una entrega en el despacho. Y trabajaron de corrido hasta las cinco de la mañana en reportes, diseños, maquetas y animaciones en tres dimensiones. Con los años, he descubierto que los arquitectos y yo tenemos muy buena relación en parte porque sabemos trabajar muy bien bajo presión: es más, de hecho, necesitamos la presión de la fecha de entrega para entregar.

Los gin-tonic celebratorios
El día en casa transcurrió raro, pero bien. Fueron arreglándose poco a poco los problemas (ya hay agua caliente, ya tengo una nevera que funcione, bajé a comprar un par de cosas al súper mercado, pero siempre puedo comerme algo en el bar de la esquina) y, sorprendentemente, trabajé. Parece que el hecho de que la instalación de Internet esté tardándose no es tan malo: por lo menos me permite concentrarme en la traducción y he avanzando a paso firme, creo. La ventaja de estar traduciendo es que me encuentro los errores de concepto o redacción y puedo irlos cambiando. Es increíble cómo cambia este capítulo al anterior – el tono, mucho más narrativo, me es más natural. Habrá que ver si puede ser tan narrativo el tono de una tesis hecha con entrevistas a profundidad.

En la noche, había planes de salir para celebrar el cumpleaños. Salí con todo el tiempo del mundo, quería ver la ciudad: caminar por el Raval es más como estar en casa y me acordé de la gente que se ha ido y vuelve cómo siempre hablan de esta sensación extraña de que tú ya no eres el mismo y la ciudad parece que se haya quedado igual.

En la celebración de Miss M., con la Cómplice, corrieron las risas, las anécdotas, el gintonic. Se colaron las tesis de las dos y las observamos con la visión descarnada de una fecha de entrega: si nos hubiesen puesto esta fecha límite hace dos años, la tesis estaría entregada hace dos años. Jugamos con el tiempo, con las cosas que podíamos hacer, con todas las demás opciones… y ahora tenemos la angustia de que hay que hacerlo ya. Pero, lo dijo ella y me lo dijo hace años quien fuera mi primer editor: “es una cuestión de que te sientes a escribirlo. Claro que puedes. Te he visto hacer seis o siete notas por día. Sólo siéntate y hazlo”.


La tesis: pues eso, como a la mitad del segundo capítulo, de traducción. Justo ahora espero la reunión con mi director de tesis – le temo, pero me parece que es el primer paso para acabar. O algo.

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