Miss M.
cumplió años el domingo pero no lo celebró ese día porque el lunes tenía una
entrega en el despacho. Y trabajaron de corrido hasta las cinco de la mañana en
reportes, diseños, maquetas y animaciones en tres dimensiones. Con los años, he
descubierto que los arquitectos y yo tenemos muy buena relación en parte porque
sabemos trabajar muy bien bajo presión: es más, de hecho, necesitamos la
presión de la fecha de entrega para entregar.
Los gin-tonic celebratorios |
El día
en casa transcurrió raro, pero bien. Fueron arreglándose poco a poco los
problemas (ya hay agua caliente, ya tengo una nevera que funcione, bajé a
comprar un par de cosas al súper mercado, pero siempre puedo comerme algo en el
bar de la esquina) y, sorprendentemente, trabajé. Parece que el hecho de que la
instalación de Internet esté tardándose no es tan malo: por lo menos me permite
concentrarme en la traducción y he avanzando a paso firme, creo. La ventaja de
estar traduciendo es que me encuentro los errores de concepto o redacción y
puedo irlos cambiando. Es increíble cómo cambia este capítulo al anterior – el
tono, mucho más narrativo, me es más natural. Habrá que ver si puede ser tan
narrativo el tono de una tesis hecha con entrevistas a profundidad.
En la
noche, había planes de salir para celebrar el cumpleaños. Salí con todo el
tiempo del mundo, quería ver la ciudad: caminar por el Raval es más como estar
en casa y me acordé de la gente que se ha ido y vuelve cómo siempre hablan de
esta sensación extraña de que tú ya no eres el mismo y la ciudad parece que se
haya quedado igual.
En la celebración
de Miss M., con la Cómplice, corrieron las risas, las anécdotas, el gintonic.
Se colaron las tesis de las dos y las observamos con la visión descarnada de
una fecha de entrega: si nos hubiesen puesto esta fecha límite hace dos años,
la tesis estaría entregada hace dos años. Jugamos con el tiempo, con las cosas
que podíamos hacer, con todas las demás opciones… y ahora tenemos la angustia
de que hay que hacerlo ya. Pero, lo dijo ella y me lo dijo hace años quien
fuera mi primer editor: “es una cuestión de que te sientes a escribirlo. Claro
que puedes. Te he visto hacer seis o siete notas por día. Sólo siéntate y
hazlo”.
La
tesis: pues eso, como a la mitad del segundo capítulo, de traducción. Justo
ahora espero la reunión con mi director de tesis – le temo, pero me parece que
es el primer paso para acabar. O algo.
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