Una vez
con una fecha límite, es más fácil, más claro, seguir adelante. Con miedo y
todo, con angustia y todo, ahora de lo que se trata es de terminar, de escribir
todo lo que se haya de escribir. Y en la casa nueva, que es una especie de
reino nuevo, en donde nadie – ni Internet aún – molesta, hay que escribir. Lo
que sucede es que no logro concentrarme durante largo tiempo. Me imagino que
así debe ser la hiperactividad: ver todas las posibilidades y no poder
decidirse por ninguna. Y en lugar de pelearme, juego con ella. Trabajo 40
minutos y luego leo una novela-goma de mascar hasta terminarla. Trabajo 40
minutos y hago una ensalada de atún y me siento a comer. Trabajo 40 minutos y
hago una siesta de 20 minutos. Así, con la noción de que vendrá gente en la
tarde, que tengo que ducharme, que no tengo todo el tiempo del mundo. Y no
termino, pero veo una luz al final del túnel.
Hoy
vino a visitarme alguien que encontró la manera de, en diez minutos, descubrir
todo lo que falta hacer en mi casa. Que si los armarios no son los correctos,
que si no he puesto las lámparas, que si mi elección de muebles no era la más
adecuada. Todo con este tono de telodigoporquemeimportas.
Y me hizo acordarme de todas las veces cuando, en el transcurso de la tesis, un
telodigoporquemeimportas – de alguien
más o mío propio – me hizo retrasarme más de lo adecuado.
Como mi
casa, mi tesis es un trabajo vivo – que no va a terminar de estar listo nunca,
probablemente. Con el que soñaré a la distancia y en la cercanía. Y a veces, en
duermevela, encontraré la solución perfecta que estaba buscando… seis meses después.
Habrá que aceptar que a veces las musas no llegan en el momento adecuado.
La
tesis: Casi terminé de traducir el segundo capítulo – hay párrafos y
subcapítulos enteros que no tengo idea por qué están donde están. Pero hay que
traducirlos. Ya los cambiaré en su momento.
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