Hoy
tenía una agenda: no valía sólo encerrarme a hacer tesis porque también tenía
que hacer otras cosas… entre ellas confesar que hay un proyecto al que no
llego. Me cuesta muchísimo hacer eso – evaluar y decir esto no. Pero ahora toca poner una prioridad...
Terminé
de traducir en la mañana antes de mediodía, que tenía que salir a que me
pusieran mis agujas. Hacía meses que no iba a una “puesta a punto” de
acupuntura y la extrañaba – con todo y el miedo horrible que me siguen dando en
abstracto. Últimamente tengo más miedos horribles: subirme a las escaleras de
la obra, ponerme a la tesis, hablar con mi director… todas esas cosas. Y
tumbada en una camilla en pleno Eixample, con veintitantas agujas clavadas por mi
cuerpo, pensé en lo que me alivia pasar por esos miedos – darles la vuelta.
Ahí, sin dormir, con los ojos entreabiertos, pensé en todas las maneras en las
que se podría resolver la tesis (sobre todo esa última parte del segundo
capítulo que parece que la escribió un marciano) y dónde cabe la caja de libros
que tengo aún sin acomodar.
La
ciudad está llena de turistas y como mi reunión de la tarde era en un edificio
cerca del mar, aproveché para imprimir las cien páginas – ¡100! – que tengo
para corregir. La reunión fue, como las agujas, más pacificadora que
angustiante: había que pasar por ella, dejarla que fluyera, y resultó una
plática de café esperanzadora. Después me fui con mis hojas a sentarme enfrente
del mar, a ver qué podía hacer.
La
verdad es que no corregí nada: hacía tanto viento que más me apetecía leer una
novela y escuchar a los vecinos hablar de la pesca del día que pelearme con mis
hojas sueltas. Y abrí la novela nueva, que es más bien una cosa
quasi-académica. No es mala, pero al ver las notas al pie de página, casi se me
revuelve el estómago – intentaré acabarla pronto y regalarla por ahí, en alguna
esquina, para olvidarme de ella.
Al
final, me vi con Miss M. y el Doctor Corazón a tomar algo en un chiringuito,
como guiris. Nos atendió una camarera alemana que estaba de lo más divertida de
tener clientes locales. Nos reímos, pagamos una cerveza carísima, pero resultó
ser el cover a una luna maravillosa sobre el Mediterráneo. Me di cuenta, de
nuevo, lo bonito que es verlos y lo mucho que los hecho en falta… Pero ya
comenzamos a planear el esquema de viajes del próximo año, así que, todo bien.
La
tesis: Hay 100 páginas impresas por corregir en papel. Debería hacerlo pronto.
Me pienso ir con todo entregado. He dicho.
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