Escuché en la parte de atrás de mi cabeza esas cosas que me han dolido - aunque ya duelen menos (para algo tiene que servir la terapia): me vi revisándome para ver que no se me note demasiado la panza, revisando si huelo raro, si hablo muy fuerte y... escribiendo sin creer que lo que escribo sirva para algo. "Tú no sabes escribir ni lo harás nunca"; "bueno, es que la gente no lee tu blog", "claro que no acabarás la tesis... no serás la primera de mis novias que no lo hace". Eran discusiones con muchas ganas de lastimar, de hacer daño, de mucho tiempo... pero a veces necesitas acordarte de ellas, tener el estímulo, mirarlas de frente y decir: "al carajo".
Oficina con vista al río |
Salí del museo cuando me echaron y comencé a caminar. Iba de regreso a casa cuando algo me dijo: "agua". Después de una década viviendo en una ciudad con mar a veces simplemente necesito ver agua. Y me senté enfrente del río, y saqué mi computadora, y sin esperarlo, repasé a consciencia el texto hasta llegar a la página 20, agregando párrafos aquí y párrafos allá. Tuve la tentación de borrar y borrar y luego pensé: "Primero escribe y luego borras". Cerré y volví a casa para cenar.
Una de las cosas más interesantes de la tesis eAmy: me acordé lo que me había espantado enterarme de su muerte, lo perdida que me sentí entonces y vi lo perdida que se sentía ella. Me quedé despierta y sin poder trabajar viendo sus ojos grandes, angustiados. Creo que me dormí con la certeza de que no quiero irme a ningún sitio. Y de que necesito seguir cerrando cosas, con todo lo que viene dentro de mi.
s ese ejercicio de contrastar todo: de escribir, pero contrastar, citar, argumentar. No puedes decir nada "porque te da la gana" sino encontrar alguien que apoye tu visión. No es en contra del mundo - es elaborar con el apoyo de todos. En la noche, fuimos al cine a ver
La tesis: ahí va. Increíblemente.
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