13.9.15

Productividad (70)

Además del trabajo de él, mi tesis, los artículos que tengo que escribir, además de todo eso... hay que terminar con las pequeñas decisiones de la casa nueva: buscar grifos, suelo para el baño de la primera planta y una pica mínima que quepa en ese espacio, un regalo para los vecinos que ya se mudan esta semana. Así que era un sábado con una lista larga de "cosas por hacer".

No salimos pronto, pero pasamos por la lista haciendo un slalom extraordinariamente efectivo. No se trataba - y esto tengo la sensación de haberlo escrito antes - de encontrar la cosa "perfecta", sino la más adecuada con todos los parámetros, de lo que había disponible. Cuando regresamos a la casa, temprano en la tarde, la lista de cosas pendientes estaba completada: no habíamos comprado nada demás - ni siquiera una planta - e incluso teníamos listo el menú para el resto del fin de semana. El cielo era gris - gris panzadeburro, como dirían los limeños y no había más que hacer que leer, descansar, reposar.

Y eso hicimos: el sábado para descansar, el momento de leer un libro de cocina, de evaluar las posibilidades de vacaciones posibles, de las visitas que llegarían. Durante el silencio, a veces, llegan las cosas que uno teme: los recuerdos más malos del pasado, las cosas que cuestan más poner en su lugar. Pero es sábado: llegan y se van.

La tesis: acomodé hoy todas mis cosas tecnológicas para el viaje del lunes. Otra vez, comienza la angustia previaje - las ganas de irme, la noción de que cuando vuelva la tesis ya no podrá venir conmigo como una cosa en proceso, sino como algo terminado. La miro ahí y creo que es verdad que me da miedo terminarla. Pero esta tarde, mientras hablábamos del futuro, le conté sobre una historia que tengo ganas de escribir desde hace años. "Piensa en eso para terminarla: en todas las nuevas oportunidades que vienen". 

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