21.9.15

La sala de espera (61)

Hablaba con la psicoterapeuta sobre todas las decisiones que de pronto tomas y te cambias la vida. Hacía meses que no nos veíamos porque, como diría una amiga mía, he estado en mi mejor versión de Willy Fog. Y en este momento, en esta locura, ha cambiado tanto, demasiado, mucho.

Y conversando-conversando salió la cosa de las decisiones. De cómo uno está a veces en una especie de sala de espera y alrededor hay muchas puertas que puedes elegir. No hay una puerta correcta. Simplemente cada puerta, cada decisión, te llevará a un sitio completamente diferente. Puedes abrir las puertas: mirar que hay dentro y no decidir. Estar en la sala de espera. A veces incluso te compras un sofá muy cómodo y vas dando vueltas con tu sillón, para ver todas las puertas... sin entrar en ninguna. Esa es  - diría Rush - una decisión también: no tomar ninguna.

Cuando, finalmente, decides entrar en una puerta - dejar atrás la comodidad de tu sillón de la sala de espera - da miedo, pero también da gusto... aunque a veces vuelvas la vista atrás y pienses en las otras opciones... e incluso te plantees volver al sillón... a ratitos.

En los últimos días, desde mi sillón, miro mis puertas abiertas... e incluso algunas cerradas. Y me gusta a ver cruzado sus marcos en su momento. Y espero que, por más cómodo que sean los sillones que me encuentre en el futuro, sea capaz de siempre decidirme por alguna.

La tesis: es la espera. Mi director de tesis no está muy seguro cuando podrá decirme algo. Yo tampoco sé si estaremos a tiempo así que busco formas de solucionar. Porque se puede solucionar. Es una cuestión de diseño, al final.

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