14.9.15

Dos arcoiris (68)

Otra vez en el aeropuerto - y en las dos horas de espera antes de esta sala hicimos como si no pasara nada. En realidad, nos divertimos en escribir y trabajar en la mesa del comedor como si fuera un lunes cualquiera y estuviéramos cocinando la cena. Pero yo me iba. Y lo mejor para disminuir los temores de las despedidas (incluso de las temporales) es hacer como si no estuvieran ahí.

Se le acaban los días a septiembre. Hoy me preguntan cuántas horas reales necesito para terminar la tesis. Creo que menos de las que me imagino. Creo que menos de las que he necesitado nunca.

Me voy a terminar y me despiden, del otro lado de la ventana, dos arcoiris. Uno tan grande y tan completo que no lo alcanzo a tomar con la cámara del teléfono. Me encanta verlos: me maravilla la luz contra ese cielo, con sus nubes tan de libro animado. Y me acuerdo de una cosa que se le ha olvidado a este recuento: que es para dar gracias, no sólo para quejarse. Para dar gracias de las idas y las vueltas, de las lluvias y sus posteriores arcoiris, del miedo que da acabar la tesis porque lo que viene después será algo que ni siquiera me atrevo a imaginar.

La tesis: estoy trabajando en las correcciones de la primera parte para cerrar la segunda y terminar las conclusiones. Hoy abrí los tres archivos, con ese nerviosismo de quien casi quiere comérselo todo de golpe.

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