23.9.15

Yo sólo quiero bailar (59)

Las redes sociales ahora te recuerdan lo que tienes que recordar: te muestra tus fotos de hace años, las cosas que estabas haciendo, cómo y cuándo, qué pensabas, dónde estabas. Y resulta que al parecer el 23 de septiembre es un día muy movido en mis recuerdos digitales: a través de las redes sociales de pronto me vi en un congreso en Amberes, terminando otro en China, cocinando, visitando Venecia, enamorándome y no...

Este 23 de septiembre volvíamos a estar en casa. En Barcelona como la casa de todos, de la familia internacional, como la llama Vladimir. Todos juntos, celebrando que ahora tenemos casas y responsabilidades y tenemos que terminar las tesis y trabajamos en otros lugares del mundo... pero nos seguimos queriendo igual.

Corrió el cava. Sin límite. Y después decidimos bajar a bailar: bailar como hacía literalmente años que no lo hacíamos. Y me acordé de cómo vamos a bailar nosotros, cómo nos hicimos amigos: bailamos como si nadie nos estuviera viendo, ni nosotros mismos. Como si mañana no existiera. No es una cuestión de alcohol, ni de drogas. Son ganas puras de reirse, de tocarse, de moverse, bailar, estar.

Llegué a casa a las 4:30 de la mañana cansada, con hambre, con la noción de que quizá hoy me dolería el cuerpo y hasta la cabeza. Pero feliz - en la casa, en nuestra casa, con la recuperación de mi vida... no a través de las fotos en las redes sociales, sino a través de reirme y estar con la gente que hace de esta ciudad mi casa.

La tesis: hoy casi me entró la angustia verdadera de querer volver a leerlo todo. Y también pude preveer cómo tendremos una fiesta el día la entrega final. Que llegue por favor, que llegue.

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