Lo increíble de vivir en un país nuevo es que hay muchas, muchas cosas por aprender casi cada día. Todos los rituales que para ti son transparentes en tus espacios aquí son un descubrimiento: como casarse, cumplir años. Hoy él cumpleaños y a la que me felicitan es a mí. Llaman desde ayer sus hermanas y me dicen: "¡felicidades por su cumpleaños!". A él no le gustan, a mi me encantan - y me gusta que soy felicitada porque es como entender que el que él cumpla años y esté feliz también para mi es una fiesta.
De celebración (o anti-celebración) fuimos una boda: en una iglesia, todo muy dulce, muy católico, muy tradicional. Puedo seguir la celebración aún en holandés por todos los años que fui a misa los domingos. Me gustó ver a los novios felices. Me gustó el olor a flores, y velas e incienso. Me gustó - y me sorprendió - volver a ver una cosa que pensé que era inédita: durante la comunión, los sacerdotes piden a los no-católicos que quieran acercarse que lo hagan para recibir una bendición. Como abrir la mesa para todos.
La tesis: hoy no toca. Eso de los sábados que ya habíamos hablado. Pero eso no evita que siga teniendo pesadillas con el deadline por las noches.
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