No termino de definir si me siento feliz o no por su detención. Lo que sí sé son dos cosas. Sentí una cierta alegría mezquina cuando leí en La Jornada del 28 de febrero:
Elba Esther Gordillo Morales, lideresa del mayor sindicato en Latinoamérica y cabeza de uno de los llamados poderes fácticos de México, tuvo que vestir el uniforme caqui característico de las reclusas y esperar de pie durante las más de dos horas que duró su diligencia de declaración preparatoria.
Aclaremos: no me gusta que nadie tenga que pasar dos horas de pie y mucho menos por el tortuoso y lento proceso de "justicia" en México. Pero hay algo deliciosamente irónico en que la mujer que se gastó el dinero público en cirugías plásticas y ropas de diseñador ahora vaya por ahí, vestida en un raquítico uniforme color caqui.
Como diría Darth Vader (otro, no el que ustedes conocen): "Siempre es bueno para el alma ver que alguno de los malos cae alguna vez en la cárcel".
Elba
Esther Gordillo Morales, lideresa del mayor sindicato en Latinoamérica y
cabeza de uno de los llamados poderes fácticos en México, tuvo que
vestir el uniforme caqui característico de las reclusas y esperar de pie
durante las más de dos horas que duró su diligencia de declaración
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Esther Gordillo Morales, lideresa del mayor sindicato en Latinoamérica y
cabeza de uno de los llamados poderes fácticos en México, tuvo que
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