23.2.13

Augurios (10)

Desperté y no sólo parecía que nevaría por el gris del cielo - de hecho, conforme me iba acercando a la parte más alta de la ciudad, comencé a ver con claridad las copas de los árboles escarchados, como si alguien les hubiera espolvoreado azúcar.
En el Guinardó, los niños regresaban entristecidos al metro: no pudieron jugar su partido de futbol de los sábados básicamente porque la cancha estaba helada. En el centro cívico, fue necesario cancelar la calçotada (una barbacoa popular) gracias al mal tiempo.
Había quien lo pasaba bien: Mireia, que se había puesto sus botas de lluvia y brincaba sobre todos los montones de nieve que había a su paso. Un montón de adolescentes del casal que se divertían escribiendo en la nieve que cubría los parabrisas de los autos estacionados en la calle.
Adentro, nosotros en la conferencia, hablamos y hablamos y hablamos hasta que nos echaron del sitio. Salir, hacer la compra de sábado, regresar a casa y planificar ir al museo, a unas tapas.
Mientras caminaba por carrer Santa Anna con mi abrigo negro y mi pelo suelto, sentí que algo me cayó sobre la cabeza. Quise creer que era agua pero, por su densidad, su precisión y el hecho de que es una calle llena de palomas, sabía que no era así.
Justo en medio de mi melena, una paloma radioactiva y mutante había dejado caer sus heces. Una cosa horrible. Manchó mi bufanda y el cuello de mi abrigo. En el momento que quise limpiar y ví la cantidad, supe que era increíble: toco dar marcha atrás y regresar a casa, sin comer, sin museo, a ducharme por segunda vez en el día.
Después del ataque de asco inicial, disfruté de mi verdadera ducha de sábado: muy caliente, muy larga, muy llena de ideas. Quizá es, en realidad, un muy buen augurio. S dice que recibiré mucho dinero. Yo quiero pensar que, en realidad, recibiré algo de eso que estoy buscando sin saber muy bien que es.

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