25.10.03

Viernes por la tarde

Ya me voy. Día terrible.

Hago profundo mea culpa por haber retratado a James como un terrible womanizer. Es un ser de toda mi confianza y que recibe todo mi amor. Hoy hasta funcionó como caballero en shining armor... y sé que sabe cómo se lo agradezco.

Tengo el secreto de una amiga querida a la que le ofrecen un empleo. Que esta tribuna sirva para que todos los buenos deseos lleguen hasta ella. Si es lo que mejor le conviene, lo tendrá. Albricias.

Empezaré hoy a desentrañar un misterio por lo más críptico para los tapatíos: lo que significa la palabra "quesadilla" para los defeños. Digo, por el asunto de la etimología - o cosa parecida - para mí es muy claro que una quesadilla es una tortilla con queso.

Pues no, señores, no. En el DF las quesadillas son de chicharrón, de tinga, de frijoles, de rajas, de flor de calabaza, de lo que sea. Menos de queso. Las que tienen queso solamente se llaman "tacos de queso". Y bueno. ¿Qué puede uno hacer con eso?

A un costado de mi oficina venden "quesadillas". Una señora se pone bajo unos arbolitos con un anafre y una sombrilla para gusto y regusto de todos los oficinistas hambreados. Cuestan seis o siete pesos, dependiendo del relleno. Las tortillas son de maíz azul y las tortea ahí mismo, enfrente de uno. Eso es tan lindo.

Uno se las puede comer sentado ahí mismo en banquitos de plástico o pedirlas para llevar. Ambas opciones son buenas, pero la segunda es mejor si se quiere evitar el ruido de Reforma. Hoy compré un par de quesadillas para desayunar-comer. El problema fue pasar por el elevador y la gente que me miraba. Todos querían mi plato. Incómodo.

Delirio de persecución. Hambre. En fin.

Creo que los zapatistas que están en mi oficina ya están a punto de cumplir su mes ahí plantados. ¿Qué procede en estos casos? ¿Se les mandan flores? ¿O ya tenemos la suficiente confianza como para pedirles que nos inviten un taco?

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