8.10.03

Oda al publicista desconocido

Todos tenemos un publicista interno. Criticamos los comerciales hasta el cansancio y todas esas cosas. Desde hace un mes que me mudé al Castillo de Chuchurumbel con el Duque, hay un publicista que nos está haciendo la vida menos pesada: el que diseña los espectaculares de Gandhi que están puestos en Periférico Sur, casi a la altura de Mixcoac.

Ahí, entre el estacionamiento de cuatro carriles, de pronto uno se encuentra una frase inteligente. Los descubrimientos iniciaron con una que me hizo ruborizar, porque yo también he sido víctima de la epidemia de güeyear a medio mundo:

"Leer, güey,
incrementa, güey,
tu vocabulario, güey".

Me gustaba mucho. Me hacía reír cada vez que pasaba por ahí. Luego lo cambiaron por otro que, sin ser malo, no acababa de hacerme feliz.

"Es que amar
y leer no es igual,
amar es sufrir,
leer es gozar".

Y vaya que yo encuentro la lectura un entretenimiento más que gozoso... pero mi empatía con el alcohólico príncipe de la canción tiene límites.

Anoche, mientras mi estómago me gritaba amablemente de qué me iba morir después de que no lo alimenté por horas y me angustié terriblemente con la traducción de una grabación telefónica - este nuevo trabajo de investigador privado no deja - encontré algo hermoso: un espectacular nuevo.

"No digas chido
porque se escucha
gacho"

¡Oh, publicista! ¡Salve!

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