27.6.08

La costumbre del horror

Comienzo a trabajar temprano y me conecto a todas las redes informáticas que me hacen sentirme "parte del mundo". De pronto, entra también alguien de mi pasado - de mi pasado muy anterior. Nos seguimos escribiendo, aunque probablemente de la última vez que nos vimos hayan pasado más de diez años.

Es reportero gráfico, camarógrafo. Vive en la zona con mayor índice - por lo menos percibido - de problemas de narcotráfico en México, el Estado de Sinaloa. "Día pesado", me comenta, "es que me tocaron dos balaceras". Según narra, han asesinado a 23 personas en sólo 48 horas - 18 en Culiacán (donde él vive, donde lo conocí) y 5 más en Guamuchil.

Yo no sé qué decirle cuando me cuenta esto. Y pregunto: "¿y cómo está la gente?". "Eso es lo triste", responde. "La gente ya se está acostumbrando. Ya perdió la sensibilidad ante las noticias fuertes".

Y de pronto recuerdo la primera vez que yo estuve en Culiacán. Probablemente era 1996, fui de vacaciones con unos amigos. Era verano y hacia un calor insoportable. Tan fuerte, que sólo era posible salir de la casa - ergo del aire acondicionado - cerca de las 10 de la noche. Entonces paseábamos de casa en casa, tomando refresco, hablando al aire libre. De pronto, comenzábamos a escuchar disparos. Y en automático, la voz de la madre de mi amiga: "Hay ráfagas de automática, métanse un poquito". Y entrábamos a la casa. Seguiamos platicando tan tranquilo. Seguramente no nos habíamos terminado el refresco que nos estábamos tomando cuando el cielo volvía a estar en calma. "Ya pueden salir, si quieren", oíamos el grito materno. Y salíamos. Y así un par de veces cada noche.

Hay niños que han crecido con este nivel de violencia. No se puede pedirles que se sorprendan. Está en su cotidianidad. Y es triste.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

O_O qué qué???

Centrífugo dijo...

Leo tu crónica y experimento sentimientos encontrados. Me resisto a creerlo, por un instante, pero no puedo evitar aceptar, por otro lado, que ambas cosas pasan: que la violencia sigue y cada vez más presente y que nosotros, en México, la vamos relegando en nuestras mentes a algo cotidiano, acaso, para poder manejarlo y que la mente lo acepte.

En los últimos meses me he enterado de situaciones terribles, dignas de malas películas de acción. Asesinatos espeluznantes, persecuciones a plena luz del día y crímenes constantes, violentos, por todo el país. Ya no es sólo Sinaloa. Es Nuevo León, es Guadalajara, es Coahuila, es Chihuahua... Ya no sólo es Culiacán, son balaceras en ciudades distintas todos los días.

Pero es más fácil no ver, no pensar, pues la alternativa es terrible. Es saber que la probabilidad de que te suceda a ti, a tu familia, va en aumento...

Y prefieres no pensar en ello. Pues supones que tarde o temprano te convertirás en estadística...

Centrífugo...

Anónimo dijo...

Cada vez que hablo con mi madre por teléfono me cuenta que Guadalajara empieza a ser igual... y me entristezco... y no sirve de nada... y mejor le digo a mi madre que hablemos de otras cosas... es mejor pensar en otras cosas... y contar lo bueno... que si lo malo nos alcanza por lo menos lo bueno ya lo habremos disfrutado como se debe.

Saludos!