9.8.03

Viernes: tarde

A través de la ventana, hay poco que ver. Hasta hace unos minutos el sol me caía encima, dificultándome la vista en el monitor.

Es fin de semana. Se respira.

Yo me vuelvo a casa. Tengo la firme intención de encontrar las palabras que perdí anoche antes de irme a dormir y no vuelven. Me pregunto por qué en mi casa no hay pinguinos. Apenas una pantera onca que me reclama - desde el fondo de uno de mis cajones - porque no ha salido a pasear.

Bonitos animales, los jaguares. No los que cantan. Esos no. Los que están en los parabuses con la leyenda "¡Qué guapo es mi vecino!". Los parabuses. Si cada pueblo tiene el gobierno que se merece, también tiene los publicistas que se merece. ¿A quién se le habrá ocurrido la brillante idea de coronar con "Puto el que lo lea" una campaña en contra de la discriminación? Estoy de acuerdo con La Jornada, aunque sea por una vez. Seguramente a un imbécil que se le olvida que la intolerancia a las diferentes visiones de la sexualidad causa violencia. Y que la violencia verbal por si misma engendra muchas tantas. Comenzaremos pues, con la revisión de los parabuses. A ver en dónde más nos encontramos reverendas tonterías. Sea.

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