7.8.03

TVAzteca y el hábito del plagio

Estoy leyendo como cuatro libros al mismo tiempo. Al final del día, eso resulta ser una desventaja porque uno termina no leyendo nada. Me da el agobio o dejo mi carga en la oficina y no abro ni mi libro teórico de relaciones públicas, ni el de Gaiman, ni el de Osho (filosofía, dicen), ni el de Shakespeare comentado. Y contando. Porque hay que sumar el material de lectura que se acumula todos los días aquí: entre infecciones urinarias, nutrición infantil y la loquera de los gringos para cobrar más visas, ya no sé a qué irle.

El hecho es que la última semana he perdido soberanamente mi tiempo viendo la televisión. La televisión abierta. Ayer, decidida a no reventarme un episodio más de dramones sin sentido, me fuí a rentar algunas películas. Llegué, prendí la televisión y vi una escena de un programa de Canal 13 - TV Azteca - llamado "El Poder del Amor". Se trata de una serie de historias de amor en programas unitarios que cuentan cómo las o los protagonistas son capaces de grandes sacrificios... "con el poder del amor" (sic).

El programa es un tanto triste en su producción. Utilizan los peores actores de la cartilla y tienen muy pocas locaciones que repiten una y otra vez. Vaya, quizá sea mi mala suerte, pero las dos veces que lo he visto, los protagonistas trabajan en la misma oficina hecha con paredes de hielo seco azules y blancas.

Ayer, pues, prendí la televisión para poner una película y me encontré la escena de dos graduandos poniéndose una "borrachera" muy light la noche de su graduación. Ella, estúpidamente enamorada de él, esperaba que el hombre se declarará. Él, en lugar de hacer la esperada declaración de amor, le dice que le dieron una beca a Alemania y que se va a estudiar tres años, dejándola sola. Ella llora, fingiendo que es de felicidad, con la voz en off haciendo el recuento de sus desgracias. Tarararará. Muuuuuuuuuuuy cursi.

Mientras contesto una llamada de teléfono, la televisión sigue prendida. Cuando llego de nuevo frente a la pantalla, él le está diciendo que se va a casar y la lleva a presentarle a la futura y a sus futuros suegros en una comida en la que se anuncia que la pobre desdichada niña dejada va a ser, además, madrina de lazo. Me comenzó a parecer sospechoso. Sufro de un mal compartido por muchas mujeres: la adicción a los chickflicks. Obviamente, la actricita en cuestión no tenía nada que ver con Julia Roberts, pero todos los movimientos de la trama iban exactamente en la misma dirección de My Best Friend's Wedding.

Todas mis sospechas fueron confirmadas. El programa fue una copia burda de la película, con exactamente las mismas vueltas de tuerca, dramones y desplantes en todos los personajes. Claro que le faltaron todas las escenas - muy divertidas, debo decir - con el amigo gay encarnado por Ruppert Everett y, sobre todo, faltó la escena de humillacion en el baño de mujeres, donde la muy rubia Diaz le pone una arrastrada única a la pelirroja Roberts entre un montón de bigmamas.

No sé porqué me quedé viendo el programa hasta el final. Supongo que porque me dió la indignación absoluta. Cientos y cientos de guionistas - ya no digamos egresados de Comunicación - buscando trabajo en las calles de México y TVAzteca hace refritos de películas gringas. Deberíamos demandarlos por desperdiciar talento. Y por aprovecharse tan descaradamente del de otros, por rabón que resulte.

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