13.6.09

Voto blanco/nulo

Cuando comencé mi doctorado en Medios, Política y Sociedad y comencé a interesarme más por el sistema electoral español entendí una cosa bastante interesante. Mientras que aquí tienes que meter en el sobre una identificación o papeleta del partido por el que quieres votar que esté registrado (o del que se te ocurra que debería estarlo), en México la situación es que tienes una boleta con todos los partidos que se registraron previamente y cuya candidatura fue aceptada. Por fuerza tienes que elegir a alguno, marcándolo con una cruz. Si cruzas o anulas toda la boleta, tu voto es considerado nulo, a pesar de que te hayas presentado ahí a emitirlo. En España, si entregas el sobre en blanco, tu voto está "en blanco", no cuenta, aunque igualmente hayas ido a presentarlo.

La gran diferencia más allá del proceso es que, según entiendo, en el supuesto aquí podrías directamente proponer a alguien distinto y ver qué pasa si ese alguien recibe más votos. Porque no es dejarlo en blanco. No es simplemente aceptar que no quieres elegir. Es poner algo más y confiar en que podría ganar.

Yo sigo necia en que se tiene que votar por alguien. Y leo aquí y allá múltiples noticias sobre el tema. En términos de abstención, había una notita en el El País digital escrita por Gonzalo Navarro Colorado en la que se pregunta si una elección con más del 54 por ciento de abstención no debería ser impugnada como no válida.

Lo primero que dice en su artículo, además, es que el voto no debería de ser obligatorio porque va en contra de los derechos políticos más fundamentales. Entonces, reflexiona:

Impugnando cualquier votación en la que la abstención supere a la mitad del electorado, los políticos y los medios de comunicación se verían obligados a replantearse la manera de ilusionar a los ciudadanos, a cuyo servicio se supone que están y de los cuales emana la legitimidad del poder.


Me quedo con "la manera de ilusionar a los ciudadanos". Ilusionar. Curioso verbo. Se sabe que los puntos más altos de participación (hay evidencia científica, como diría un profesor mío) en la vida de las personas son cuando acaban de tener un hijo o están a punto de jubilarse. No necesitan que nadie los "ilusione". De pronto se dan cuenta más claramente que son parte de un sistema, que viven dentro de un marco político en donde su opinión cuenta y podría cambiar algo esencial para su vida.

Me niego a creer que la elección depende de la capacidad de "ilusionar" a alguien. Y válgannos que don Obama ganó en parte porque logró sacar a mucha gente de su fastidio, de su situación de incredulidad. Pero porque era una persona confiable - que no pintaba, pero en lo absoluto, como candidato hasta poco tiempo antes de la contienda.

No se vale que como ciudadanos digamos que los otros - esos, los extraños, los políticos... los que parece que pertenecen a una raza extraña - no nos ilusionan. Que los vamos a "castigar" sin ir a las urnas. Permítaseme aquí una analogía burda: estamos en un campamento, una oficina y tenemos la obligación de comer ahí. Pero resulta que nada de lo que preparan nos gusta ni nos parece digno de que lo comamos.

Esta actitud, de no votar, de no elegir, sería como una actitud de dejar de comer. Porque no nos gusta nada de lo que hay. Tampoco salimos a buscar afuera del campamento o vemos cómo podemos ayudarle al cocinero a mejorar su sazón: simplemente dejamos de comer porque lo que hay no nos ilusiona, no nos gusta, no es para nosotros.

La cuestión es, cuando tengamos una anemia de miedo, a quién le vamos a "echar la culpa". No sé, pero a mi me parece que es un poco infantil darnos media vuelta y decir que la culpa es de los cocineros. Porque también puede uno hacer más cosas, sacarlos de ahí, modificarlo. Lo demás, lo de dejar de comer y luego apuntar con el dedo acusador, es tramposo. Es convertirse en "víctima" a si mismo. No es una decisión de un ciudadano comprometido. Es la de, perdón, un niño caprichoso que encuentra más fácil tirar la culpa frente a cualquier otro. Con la diferencia que nosotros no tenemos un súper padrazo que nos vaya a sacar del lío.

3 comentarios:

eric dijo...

Si algún futuro tienen los anulistas, está en cambiar las reglas de la cocina. Si hoy no nos gusta la comida está prohibido que la hagas tú mismo y tampoco hay manera de hablar con los cocineros, de premiarlos o castigarlos.

AC Uribe dijo...

El problema, Eric, es que estoy convencida de que las reglas de la cocina se cambian EN la cocina. Hay manera de hablar con los cocineros, de seguirles los pasos, pero nadie lo hace: nadie hacemos seguimiento de nuestro voto una vez emitido. El anulista ahora, por anular, no cambia nada. Cambiaría si esto tuviera alguna especie de rintintín o seguimiento concreto, pero no lo veo especificado en ninguno de sus promotores: ni en los comentaristas televisivos ni en los académicos. Y eso no deja de hacerme sentir poco segura acerca de su efectividad.

Mona dijo...

Aigg!!! Que en casa no me dejaba contestar...
Pues te decía que por suerte todavía hay gente con ilusión y que supongo que de eso se trata, si no a ver donde se iba todo...
Para los que ya la hemos perdido en estos temas... pues nos queda el voto nulo... supongo que es como una pequeña rabieta de niño pequeño...porque aún no sirve de nada...pero aun así, habría que ver que pasaba con un voto nulo superior al 50%... que la gente deje de dominguear para votar en blanco... da que pensar...