Lo único simpático - o lo que empieza a ser simpático de esto - es que cuando entré de regreso a mi casa vacía sonaba "Im not sorry" de Morrissey. Canción que ya tenía un post en este blog. Viejo. He de agregar. Blog viejo. Pionero. Que comenzó en el lejano 2003. Cuando era esposa de un yuppie y una yuppie yo misma. Cuando la vida se resumía en unos cuantos renglones.
Not anymore.
Salieron por la puerta una serie de borrachos ruidosos que descubrieron que se ponen loquitos ante Queen. Very big thing. I found it ridiculous, if I must say. Pocas veces he odiado más a alguien como a esa estúpida (tremenda, inmensa, asquerosa estúpida) que la primera vez que pedí silencio porque me quería quedar en mi piso, contestó: "ah, ¿te van a echar de tu piso? Pues mejor. Así nos podemos quedar nosotros con él".
La gente es idiota. Ya lo sé. Yo incluída. Pero hay veces que no puedo con ellos. Y ahora, con la claridad de los vodkas con tónica de dieta (ah, mi dieta --- ah, mi cuenta de calorías), me doy cuenta lo poco que soporto la gente que se cree tan divertida que no le importa poner en riesgo nada. Sólo beber.
Amargosita. Como un Grinch. En la soledad de mi casa. En la maravillosa soledad de mi casa. En mi capacidad feliz de repetir una y otra vez la canción de Morrissey - "On competing, when will this tired heart stop beating. It's all a game. Existance is only a game" - y quejarme de la gente estúpida que vino.
Y en recordar la sonrisa enorme de mi hermana adoptiva, esa, la mayor, a la que yo le hago de hermana mayor. Que cumplió ocho años más de los que yo cumplí este año entre hamburguesas, cervezas, gin tonics, lluvia, porros y pasteles de chocolate. Esa, que bailó contentísima con un chileno música colombiana. Que se pasea hoy por las calles con un valenciano que parece buena persona.
Por ella valen muchas cosas. Así como por la gente que quiero como a ella valen otras tantas. Son cuestiones cotidianas. Es el vaso que lleva mi nombre. Es la serenidad de que ésta es mi casa y me siento bien en ella. De que el encanto de un sábado por la noche - o un domingo a las tres de la mañana - es estar donde yo quiera y pensando en quien yo quiera. Aunque ese alguien sepa que está a 1800 kilómetros de mí. Aunque el blog sirva ahora para hacer una torpe declaración de amor. Aunque esté cansada, harta, con los pies sucios y la casa hecha una tristeza. Aunque mi vodka tonic - con tónica de dieta - esté por acabarse. Aunque sepa que no importa que ningún editor de relevancia me pondrá atención (quién va a detenerse en una estúpida cursi) - pero tú me das importancia.
Eso lo dice todo. Que leas lo que escribo. Que sepas que, en medio de la fiesta, estás en mi cabeza. ¿Hay algo más que necesite esta grandísima necia? Nada. La certeza de que, finalmente, este blog tiene un lector inamovible. Como lo tienen también mi espalda, y mi piel. Y Morrissey sigue sonando. "Reach for my hand and the race is won - reject my hand, the damage is done".
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1 comentario:
no mas vodka!
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