Ayer, a la mitad del camino del departamento, mientras haciamos un recuerdo mental de las 24 horas semanales que invertimos en transportarnos de la casa a la oficina, el Duque me preguntó si quiero cambiarme de casa.
Hay un montón de cosas que me hacen pensar que sí, y otras tantas que no. Descubro con horror que me gusta mi departamento y algo en mi estómago quiere que nos quedemos ahí. Digo con horror porque es como si poco a poco comenzara a acostumbrarme a permanecer en un solo lugar.
Dadas las circunstancias, empiezo hoy con la caza de la nueva casa - válgame la rima. Si alguien tiene sugerencias o un trabajo en el extranjero que podamos tomar pronto, serán muy bienvenidos.
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