Hoy en la mañana, de camino hacia el trabajo, tuve mi examen de David Brubeck. Llovia. Se nos había hecho especialmente tarde. El Duque puso un disco que es una joyita, "Dave digs in Disney", que hizo Brubeck después de ir a visitar Disneylandia con sus hijos. Parecía como si las gotas de lluvia que caían sobre el parabrisas y el mismo limpiador se pusieran de acuerdo para seguir el ritmo.
"Escucha con cuidado... escucha el sonido de la batería y el bajo. ¿Qué ritmo encuentras?", decía el Duque. Yo escuchaba. "Es un vals". "¡Correcto!", me dijo. "Ahora dime, ¿qué es lo que hizo famoso a Brubeck?". Yo mastiqué un poco más lento mi desayuno. A veces odio que me haga esas preguntas porque no sé exactamente qué es lo que quiere que le responda. "¿Será Toma Cinco?". Como tenía un bocado de bagel en la boca, no me respondió de inmediato, pero ví en su cara que no era la respuesta que esperaba. "Hummm" - me aventuré otra vez - "¿será acaso el asunto este de los cuartos y los tiempos y todo eso...?". Pasó el bocado de bagel y sonrió. "Exactamente. Toma Cinco está en cuatro quintos (¿o me dijo cinco cuartos?)".
El disco vale la pena porque es la personalísima interpretación de Brubeck de las canciones clásicas de Disney, del parque y de las películas. El disco salió por primera vez a la venta en 1957 y ahora se vende una versión remasterizada bastante buena, editada por Sony. Y definitivamente, sirve como fondo para un día lluvioso.
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