La vergüenza del chayotazo
Cuando trabajaba en el periódico, estaba muy orgullosa de mi profesión. Me enseñaron mis maestros de oficio que había que ser derecho, decir las cosas, buscar los distintos puntos de vista, tratar de hacer el mejor retrato de la realidad con muchos ángulos, para que la gente pudiera opinar y crearse su propia idea del asunto.
De alguna manera, a mi me parecía muy glamoroso el asunto de los opinadores. Personas que, desde su especialidad, podían darle a la gente una visión mucho más equilibrada de lo que estaba sucediendo en el mundo o los negocios nacionales o internacionales. Desde Guadalajara, admiraba a algunos columnistas cercanos pero miraba hacia el centralismo del DF y encontraba a los grandes columnistas, los dueños y señores de las opiniones.
Poco después de que comencé a trabajar en Relaciones Públicas - el otro lado de la moneda - descubrí algo horrible: muchos de los columnistas aceptan dinero para hablar de las empresas. Cuando mis compañeros me explicaban que era práctica usual entre "la vieja escuela" del RP dejar caer sobrecitos por aquí y por allá, no lo creía. Era un poco como cuando te dicen que alguien es cocaínomano, no lo crees, y de pronto lo ves metiéndose una línea por la nariz.
Al caer en cuenta de la recurrencia con la que se hacia esto de las "notas pagadas", empecé a tenerles un poquito de asco a los columnistas. Leo ahora las opiniones financieras y trato de hacerme un cálculo somero de cuánto les da cada uno, además de lo que les paga el medio. Aclaro que no todos los editorialistas reciben dinero. También eso me consta. Y me sorprende gratamente, y me permite respirar con cierto alivio. Es muy agradable tener alguien a quien admirar. Saber que alguien se niega a caer en el mismo juego.
Ayer uno de los "columnistas chayoteros" fue especialmente grosero con uno de mis compañeros. Al invitarlo a un evento muy especial de uno de los clientes, el tipo, al que llamaremos P.D., y es déspota como el que más, le dijo de muy mal modo - arrogante, al fin y al cabo - que no le interesaba recibir ninguna información de nosotros y de ninguna otra agencia de relaciones públicas, que lo borráramos de todas nuestras bases de datos porque lo único que hacemos es quitarle el tiempo.
Por supuesto, señor P.D. Por supuesto que único que hacemos es quitarle su valiosísimo tiempo que le pagan otras empresas. Porque los que hacemos relaciones públicas serias no queremos que se paguen los contenidos, sino que se generen. A eso nos dedicamos. Pero, por cierto, hace unos días me percaté de que una de sus columnas ataca a una de las empresas que sé de buena fuente le pagan a usted para que publique sus noticias. ¿Esa es su aspirina contra el dolor de cabeza que emite la falta de ética? ¿O será acaso una llamada de atención para que le giren su próximo cheque?De verdad, qué asquito.
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