5.5.09

México – Día 8

Era el gran día de la boda. Fuimos a desayunar en grupos, mucho desayuno, la verdad y después yo trabajé un rato en la computadora y J leyó. Nos llamaba la alberca y acabamos ahí en remojo un rato con Sebastián y sus hermanos. Después salimos a arreglarnos y salir hacia la boda civil.

El sitio era una discoteca al estilo country. Como era de esperarse, el novio iba casi country y la novia espectacular. Nosotros, tomando fotos como si en eso se nos fuera la vida. Después de las firmas, el increíblemente solemne oficial del registro civil y el brindis, llegó de nuevo la jarana y comenzamos a comer. Hacia un calor tremendo, pero la música se mantenía a un volumen decente por ser en vivo y sin micrófonos. Comimos tranquilas hasta que se fueron los jaraneros. Entonces el grupo “versátil” – así se llaman en México los que tocan covers – inundó el sitio con un volumen demasiado fuerte. Igual, después de un rato y unos tequilas nos acoplamos y empezamos a bailar. Y seguimos bailando y tomando tequila hasta que se hizo noche cerrada y salimos de ahí muertas de risa. Ya sabía yo que no estaba del todo bien – se me fue un poco la lengua – pero no me enteraría qué tanto hasta el día siguiente. Si hacía cuentas, me había tomado unos 12 caballitos de tequila más unas 4 cervezas. Una barbaridad. Lo bueno es que Luis estaba contentísimo. Nunca en mi vida lo había visto tan contento. Y eso me confirmó que había sido una buena idea venir.

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