Hace apenas una semana, el panorama noticioso holandés era tan - digamos - nulo que los programas de noticias y debates en la televisión versaban sobre la calidad del hielo en las pistas de Vancouver. No había que tomarlo a la ligera: es un asunto grave. Para un país donde las esperanzas de medallero estaban en la velocidad de sus patinadores, una pista "aguadita" era una cosa absolutamente imposible... casi les toca a los ministros una parte de la culpa cuando alguna patinadora fue a dar por el suelo...
Y así de fácil como los atletas se deslizan sobre el hielo de Vancouver, así cambió el panorama noticioso. De un día a otro, el gobierno de coalición que tendría que haber estado en el poder hasta el próximo 2011, comenzó a hacer aguas. Me explicaban - necesito que me lo expliquen todo: sólo puedo leer palabras sueltas en el periódico y entiendo sólo el lenguaje corporal de los comentaristas de la tele - que la crisis no era rara: que este gobierno de coalición ha pasado de una a otra alternativamente.
La diferencia es que la próxima semana hay elecciones locales. Entonces, en la lucha por la mayor participación, uno de los partidos en coalición se puso loco a exigir la retirada de las tropas de Afghanistán. Y después de tres días (y parte de sus noches) de estar discutiendo (muy civilizadamente, eso sí) en el Parlamento, decidieron que al cuerno la coalición y que mejor tienen nuevas elecciones en mayo, porque ya no se llevan bien.
Una vez decidido esto, los ojos volvieron a las pistas de Vancouver y el medallero de las olimpiadas. Y tan campantes.
Definitivo, es otro planeta.
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