23.2.10

Fuego renovador

Tengo la marca de los que no se saben quedar del todo calladitos. Lo sabían mis padres que varias veces tuvieron que reprenderme por no saber dejar las cosas estar. Lo sabían mis profesores. La gente que está a mi alrededor.

Por eso no me sorprendo del todo cuando mi vecina le responde a gritos a lo que le indigna del televisor. Yo veo la televisión, leo los diarios, escucho la radio y navego por Internet sin limite de volumen - vamos, opino de todo, me imagino todo, me quejo y me congratulo de todo.

Hace unas cuantas semanas estaba leyendo la revista dominical de uno de los dos diarios que compro. Me encuentro un reportaje sobre Haití, sobre terremotos históricos, con una nota de salida sobre el terremoto de México. Y lo único que hace, en realidad, es tomar la excusa del terremoto para promocionar un libro de Don Winslow que habla sobre lo profundo que ha entrado el narcotráfico en la sociedad mexicana.

Qué cansada me sentí que todo lo que es sobre México tenga que ver con narcotráfico, violencia y corrupción. Qué ganas me dieron que se hubiese hablado de otras cosas: de las brigadas de vecinos que buscaban con sus perros a los sobrevivientes, del concepto real de solidaridad que se desarrolló ahí, de los cientos de personas que se dieron cuenta de la inútil que resultaba seguir votando por el PRI - o no votando - y que después decidieron cambiar, aunque sea un poquito, el sentido democrático de México...

Pues eso. Me agarra lo contestona. Y que escribo una carta al director del Magazine, contándole un poquito de esto. El lunes recibí un correo de un antiguo profesor de relaciones públicas, felicitándome por mi "premio". Me desconcertó y pedí más información: resulta que la revista da un premio a la mejor carta de la semana o del mes o de no sé qué periodo... y me lo gané yo. Por invocar que en Haití el terremoto también sea una especie de fuego renovador.

Lo curioso es que tengo un nudo curioso en la boca del estómago: por un lado me pone contenta la idea de mi muy fresa bolígrafo nuevo, haber logrado que la reflexión llegará a alguien, volver a ver mi nombre en un periódico (o en la revista de un periódico). Por otro, me parece que la edición de la carta fue un poco desafortunada y que se lee mal... y me da una sensación muy rara ver mi nombre impreso, pero en el área de los lectores.

Es lo que tiene cambiar de trinchera.

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