7.1.09

Epidemia

De ella no lo esperaba, pero hace días lo ví en sus ojos. Ese destello de iluminación. Esa fascinación por la verdad. Esa absoluta certeza de que tenía eso - lo que yo necesitaba. Ese plan macabro de darme El Libro, el que me dará toda la verdad.

No es la primera vez que pasa a mi alrededor: alguien que usualmente se comporta como una persona normal, corriente, hasta inteligente, un día se vira. Cambia. Comienza a predicar las bondades de algún panfleto, doctrina o gurú. Y se asegura de que todos a su alrededor lo conozcamos también.

Lo he visto suceder a mi lado tantas veces, que ya ni siquiera me doy cuenta. Hay una repisa en mi librero destinada a guardar las recomendaciones y regalos que acumulan las palabras "sanar", "asertividad", "felicidad", "perfección", "amor". Esos bonitos cantos al optimismo. No los regalo porque me da pena dejarlos en la calle, a ellos que fueron dados con tan buena intención...


... en realidad tendría que confesar que no los regalo porque en el fondo de mi corazón creo que son una vacuna. Que me protegen de la epidemia que se sigue extendiendo, cada vez más. Que verlos cada mañana evitará que un día me levante yo, me peine, y salga a la calle, a perseguir a mis amigos, a predicarles la buena nueva que me ha sido revelada.

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