Tengo tres días - casi cuatro - trabajando sin parar en un Congreso. He tenido de todo: problemas con visas, conferencistas borrachos, vegetarianos, especialistas en inglés que no hablan inglés... He hecho de secretaria, traductora, nana, contadora guía de turistas. Corro. Corro mucho. Tengo de hecho diez minutos antes de que llegue Marabunta a inundar mi espacio. Abro mi correo y veo una cadenita de aquellas que dice: "Para tus adentros, menciona ocho veces el nombre de la persona del sexo opuesto con la que quieras estar en este momento". Y luego múltiples opciones de maleficios y cosas así.
Yo sólo pregunto: ¿Y si a mí no me interesara nadie del sexo opuesto? ¿Y si justo en este momento no quiero estar con nadie? ¿Y si no creo en las maldiciones?
Basta. A trabajar. Creo que el aire acondicionado no funciona bien. Maldita sea. Y sigo con la canción de Jarabe de Palo en la cabezota. Grita.
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3 comentarios:
Me intriga la historia del conferencista borracho. Me imagino una combinación de Barney (de los Simpsons) y Boris Yeltsin
Hum... pues fíjate que no. Es más bien un tipo que se parece lo más a una campamocha (mantis, pues); que ya va rojo como camarón (ahí sí, Yeltsin), y se ríe como estúpido durante las cenas.
Bueh... va a resultar que tienes razón y la combinación es clavadita, nada más en el cuerpo de un boceto de Giotto.
¿Y si no te escuchan?
¡Grita!
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