7.9.07

Las cosas que importan

Me gustaría, como dice mi cumbiera intelectual favorita, tener la conciencia como la de Miguelito, el de Mafalda: afónica.

Mi vida se ha convertido en una mezcla de telenovela de Univisión (por aquello de los múltiples acentos) y un capítulo de una temporada bizarra de Sex and the City, donde las chicas no son cuatro, ni tan despampanantes, ni viven en Nueva York. Pero siguen con esas cosas de la vida, preocupadas por las relaciones, por los trapitos (especialmente si están de rebajas) y por el sexo. Pero también por otras cosas. Y esa es la cuestión: he descubierto que me preocupan mis amigas, el cine, la comida japonesa, mi doctorado, el futuro, los hijos, los plantas, los gatos y los perros, los cuentos brevísimos, las novelas imposibles, la poesía sin métrica (y también la con métrica), Ginebra, los viajes al fin del mundo, Córcega y sus playas, las mermeladas caseras, los huertos de jardín, mis familias postizas, mis amigos desperdigados, mis uñas largas, mis pestañas.

Y otras tantas cosas que suelen hacerme - a ratos - tan feliz. A pesar de que mi conciencia todavía no esté todo lo afónica que debería. Habrá que mandarla más a tomar el aire acondicionado de los trenes.

2 comentarios:

sublibrarian of the year dijo...

¡Qué bonita frase de cierre!

AC Uribe dijo...

Gracias! A veces me pongo poética con poca intención (y funciona más que cuando lo hago intencionalmente)