6.6.03

Huelga de viernes

Hay semanas, como esta, en la que el trabajo sale a jalones. Uno sabe que tiene tres cosas que hacer y llega por la mañana, diligentemente, a hacerlas. Aparentemente iban a costar más trabajo, más tiempo... nada. Dos horas y media después uno esta rascándose la panza o surfeando por la red.

Quizá eso sea lo más lindo de no trabajar en una línea de armado. Las cosas cambian de ritmo, de momento. A veces son días de leer en el escritorio, o de salir a la calle a ver, a que se le ocurran a uno cosas mientras mira la ciudad.

Desgraciadamente, existen los relojes checadores. Para mí, esos son los enemigos más acérrimos de la creatividad. Eso de entrar a las nueve en punto y salir sólo después de las seis de la tarde no sirve. ¡Se pierde uno bellísimas mañanas nubladas, las pláticas de las palomas en los parques, las canciones de los organilleros en la calle! Muy triste.

...empiezo a pensar que esto de vivir semi-encerrada en una oficina nada más no me funciona. Ayer por la tarde me tocó estar en un evento. Qué feliz entonces. Mezclando bebidas, conociendo gente... recortando gente, por supuesto. Qué feliz... deberían mandarme de viaje, deberían...

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