Desasosiego II
No estaba en un espejo. Pero estaba yo. Me miré, hablar con un acento mezclado, tallarme la nariz y las cejas. Me miré mirándome y me dí miedo. Sabía qué estaba pensando. Sabía exactamente con qué clase de odio me había mirado a mi misma cuando ella se dió la media vuelta. Yo la había odiado igual.
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