28.8.11

Lo innombrable (una diatriba)

Lejos, tan lejos. Como a unos doce mil kilómetros. Cerca. Tan cerca. Como saber que en ese país - aquel país, mi país - viven mis padres y mis hermanos y mi sobrina y mis amigos y mis familias de sangre y de adopción. Y aquí todavía me rebota en el estómago la idea de unos cuantos tipos entrando a un casino lleno de señoras y prendiendo fuego, con tanques de gasolina, sin importar quién estaba o quién no. O quizá sí - pero esta vez no me interesan las teorías de la conspiración.

La gente se desgarra las vestiduras. Casi de inmediato ví en todas las redes sociales aquel famoso de "si no pueden, renuncien". Me rebotaba en los oídos. "Si no pueden, renuncien". Nada, nada en contra de los señores que estacionaron sus coches afuera del casino, entraron, rociaron de gasolina las máquinas, las enciendieron y salieron corriendo.

La "culpa" es del gobierno que no puede, que ha diseñado mal su estrategia contra el crimen. De las autoridades que permitían que el casino - negocio turbio, por supuesto - siguiera operando a pesar de los pesares. De los dueños del casino quienes, además de tener un cierto punto de turbiedad, no tenían al día las salidas de emergencia y todas esas cosas necesarias para proteger a sus clientes de una situación de riesgo total. Y el gobierno dice que los culpables son los otros gobiernos, los adictos, los que consumen la droga y permiten la venta de armas.

Esos son los culpables.

No son culpables los grandísimos cabrones que entraron a quemar, a matar, sin mayor respeto por nadie. Ellos no son culpables porque no tienen culpa, fueron chupados por un sistema maldito que no les da educación ni trabajo, que no les enseña que hay cosas mejor que morir rico, joven, temido y empericado. No son culpables porque bueno, qué culpa.

No tienen nombre y apellido - más fácil, más lógico, ponerle la culpa a la gente que está en las instituciones del país, democráticas del todo o no. Esos que se pusieron al frente, que seguro se están llenando los bolsillos de dinero, que les gusta ponerse de rodillas frente a las "potencias extranjeras", que encuentran que un país patrullado por el ejército es lo mejor que les podía pasar... ellos, esos grandísimos cabrones con nombre y apellido, ellos tienen la culpa.

Me acuerdo aquello tan bíblico de que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y yo me pregunto si toda esa gente que desde sus múltiples conexiones a Internet está dispuesta a criticar y a organizar marchas de silencio o caceroladas nunca ha pagado una mordida, ni se ha saltado un puesto en una fila, ni se ha metido una raya de coca, ni se ha fumado un porrito ("no, es que esta es la maría que cultiva mi primo"), ni ha comprado un disco pirata, ni ha defraudado a hacienda, ni ha pedido una beca para el extranjero y se ha quedado sin terminar los estudios, ni ha cenado o comido en una dependencia oficial, ni ha enseñado con la palabra, los actos o la convicción que más vale torcer las cosas un poco para obtener lo que uno quiere que esperarse.

Yo, confieso, no estoy libre de pecado. De lo que sí estoy libre de pecado es de atentar contra la paz de mi país en favor de unos pesos (o millones de pesos) más. A los que desprecio profundamente son a todos y cada uno de los miembros de esas bandas de delicuentes que, encima en plan Robin Hood, están acabando con la tranquilidad y la felicidad de mi país.

Me gustaría afirmar, como Hessel, que "la violencia no es eficaz". Pero la encuentro tan eficaz ahora para llamar al miedo - el terrorismo no es eficaz, es una lacra.

Y eso, ir a incendiar un casino, colgar gente muerta de puentes peatonales, desaparecer a personas es terrorismo. No tiene ningún otro nombre. Y por eso nos da miedo nombrarlo. Y nos parece más fácil ponerle las culpas a los que tienen nombre y apellido.

Cómo me gustaría saber una fórmula mágica de acabar con esto. Pero, al final, si tú también eres corrupto o violento en tu casa, tú también eres la razón de todo esto. Me acuerdo de aquel "si no votas, no te quejes" - si no cambias, no te quejes.

Gritando no se entiende la gente. La violencia no es eficaz. Y desprecio profundamente a quienes creen que lo es.

- Extra: Sí, Estados Unidos consume muchísima droga. México también. Y no son los únicos - Saviano explica en Gomorra cómo los italianos se hicieron grandes consumidores cuando fueron también traficantes. Y este artículo del NYT explica el gravísimo problema de adicción que hay en Afganistán. Nadie, en caso de terrorismo, es del todo inocente. Y menos, para mí, los que se escudan en su infinita mala suerte para convertirse en los terroristas de otros.

2 comentarios:

Neurotic Marianita dijo...

Post bárbaro!!! es cierto, nadie está enojado contra los tipos que cometieron tal barbaridad. Siguen quejándose como niños chiquitos porque papá no les dio la paleta que querían...

Julio A Rivas dijo...

Mucha razón amiga, el mal está en lo arraigado que está la corrupción y la impunidad en la mente Mexicana. Si el pueblo tiene este mal, obviamente el gobierno y las instituciones lo van a reflejar así. El pueblo de México, y sus diferencias sociales, han sembrado odio y discriminación desde hace mucho. Además, ese placer de querer hacer lo ilegal por mis pistolas, también hace mucho daño. El problema es mucho más complejo que sólo culpar al gobierno, que claro, tiene su parte, pero no es el exclusivo responsable, sino el reflejo de una sociedad mediocre y en decadencia.