16.8.11

Hessel y los viejos sabios

Mis abuelos se murieron hace años - que no mis abuelas, que han perdurado como dictan los cánones de esperanza de vida. Y quien ha hablado conmigo sabe que de vez en cuando se escurren, los cuatro, en mi conversación. Por cosas que decían, que hacían, que esperaban de la vida. Por lo que yo decidí imitar (o no) de la suya.

Lo que es cierto es que siempre me ha parecido que la experiencia - los años vividos, el camino recorrido - da una perspectiva que ninguna otra cosa. El "nadie puede experimentar en cabeza ajena". Sí, es verdad. Pero a veces sirve que te digan cómo se ve tal o cuál cosa desde primera línea de fuego.

Hace unos meses comenzamos a hablar en la Facultad del libro "Indignaos", de Stéphane Hessel. Muchos lo llamaban un panfleto - en el fondo, era un discurso donde un hombre viejo pero aún firme, experimentado y lúcido llamaba al cambio, al movimiento, a la variación. Siempre a los viejos les desconcierta cuando ven a los jóvenes anestesiados - en frente de cualquier cosa. Los quieren ver en movimiento.

Hessel llama a una consciencia de que las cosas, de verdad, no están bien. Que estamos envueltos en una marea incesante de consumo y confort sin darnos cuenta que muchos a nuestro alrededor no alcanzan a ello. Y que no se trata de levantarse en violencia o desatar el caos, sino de cambiar la manera en cómo percibimos la realidad.

El último día de clases, regalé una copia del librito en cada uno de mis salones - uno de mis alumnos me reclamó. Me dijo que para qué. Que había gente que nunca, nunca despertaría. Que no necesitábamos que despertaran de su anestesia de consumo y vida calma.

Yo tengo la esperanza de que despertemos. De que de pronto, un día, las frases de Hessel me (nos) resuenen como me pasa con los dichos de mis abuelos - que parezca que tengan un sentido. Y todo esto viene un poco como comercial para una página sobre Hessel con la que estoy colaborando en Facebook. Ya me dirán qué les parece.

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