Reinició el tiraje de los periódicos gratuitos. El metro va lleno por las mañanas. Y la gente, regresa a su eternísimo ceño fruncido - las españolas son guapas, pero se ven viejas: parece que sufren de manera permanente. Se acabaron las vacaciones.
A pesar de que el agua del mar está en su momento óptimo, las playas ya están desiertas. Ya no están en modo verano. La gente trabaja, se estresa, se grita. Y los turistas siguen llenando las calles. Pero los barceloneses ya no descansan, ya no. Abandonan la playa. Como si lo mereciera.
Yo, en cambio, sigo los consejos del médico: me voy a bañarme a las poco profundas aguas de la playa de Bogatell. Algunas noches, la marea está más alta y el mar me pasea, de un lado a otro, sin que yo tenga opción. Salgo del agua cansada, con hambre, contenta. Mi piel se duele de la sal. De regreso, la vida tiene otro color. Ojalá que siga estando igual este mes de septiembre.
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