Para tristeza absoluta de los manifestantes - estoy casi segura de que disfrutaban viéndonos sufrir - ya no estamos más en el terrible edificio de las cucarachas, las manifestaciones y la falta de aire acondicionado. A partir de ayer, habitamos sendas y modernas instalaciones en la colonia Del Valle. La fresez.
Pregunta un amigo: "¿Qué? ¿Te cambias de oficina a semanas de dejar el trabajo?". La verdad es que la culpa de esta contradicción fue mía. En algún momento de desesperación y descrédito, cuando hablaban de la eventual mudanza, yo sentencié: "El día que cambien de lugar la oficina, yo trabajaré un mes y después me iré".
Boca de profeta, pues. Espero que mis negras intenciones de irme a trabajar a Nueva York también tengan un éxito tan rotundo.
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