Detrás de la puerta está, como siempre, la tesis. Esto sin contar los dos artículos en los que tienes que participar, las transcripciones que te faltan, las tareas de tus setentaalumnos que están por calificar. Afuera, lo ves, está el sol. Adentro, en tu cabeza, una angustia que no se atreve a salir del todo.
Sentada en el despacho, en sábado, no es que estés traicionando el fin de semana. Es que quizá estás justificando todas las horas de la semana en la que no podías sino pensar en otras cosas, en eso que también tienes que escribir pero no debes de escribir, en las personas que ya no puedes nombrar, en los contratos que se acaban, en los viajes imposibles...por ejemplo.
Es sábado. Es sábado. Es sábado. Hay sol.
Frente a tí, demasiadas cosas que leer. En este momento en lo que todo suena a tesis o todo suena a exilio o todo suena a desastre.
"Es una guerra. Estamos en una guerra, pero nadie lo ha dicho aún. Le llaman crisis mientras tanto". Lo escuchaste ayer y te retumba en los oídos. Tú no te sientes en guerra. Estás en parálisis. Estás en transición. Estás en primavera.
Te preguntas qué sentirá la oruga mientras se convierte en mariposa. Te preguntas si podría haber metamorfosis inversas. Te preguntas en qué momento perdiste el rumbo, el reloj y no te diste cuenta que ya es hora de salir y hacer del sábado un sabbath y dejar de hacer, de pensar.
20.4.13
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