17.10.10

Aquí y ahora

No hace 6 años exactos que llegué, porque me acuerdo que era en la tarde cuando aterrizamos de aquel avión procedente de Londres. Traíamos unas maletas enormes, rojas, cuando todavía podían pesar 32 kilos cada una. En el último momento tuve problemas con unos dulces, creo. O algo que tuve que sacar en el aeropuerto.

Me acuerdo que nos llevaron al aeropuerto Alberto, Rax, Chema y Eugenia. Que nos quedamos un poco llorositos y nos despedíamos con pañuelos blancos. Que creíamos que íbamos a volver tan pronto. Tan pronto.

Llegamos a una casa que estaba a unos 800 metros de la casa en la que ahora vivo. Yo sentía frío y traía cargando un pórtatil que ya no sirve, unos jeans que ya deseché y un abrigo que se quemó en mi primer correfoc. Había agua, por lo menos, y algo que comer. Bika nos dio la bienvenida y nos mandó a dormir. Fuimos a comer cerca de Santa María del Mar, a un bar al que nunca he vuelto a entrar, de esos de los que venden paella congelada.

El día antes de irnos, sentada en la sala del departamento en el sur de la Ciudad de México, tuve un ataque de llanto. Había una sensación en el fondo de mi estómago que me decía que ya nunca iba a volver a vivir en esa casa que con tanto cariño y cuidado habíamos renovado, amueblado, puesto a punto. Intenté tranquilizarme pero seguí con los sollozos violentos. Después me fui a dormir. Con un sabor extraño en la boca.

Ayer estuve comiendo en casa de X - fue mi profesor aquel primer año, me adoptó, me llevó a su casa. Hace burla con que si hay una reunión familiar y yo no estoy ahí, sus hermanos preguntan por mí. Se ha convertido en mi familia de aquí. En parte de esa familia que de pronto me construí, elegí en la distancia. Y tengo un padre catalán, una madre uruguaya, hermana francesa, hermana catalana-uruguaya, amigas y amigos muy cercanos serbios, holandeses, italianos, mexicanos, catalanes, charnegos...

Estoy todo menos sola. Y eso que la vida ha cambiado tanto. Pero supongo que aquel llanto violento me preparaba para despedirme de aquella vida y darle la bienvenida a esta: donde he aprendido más de quién soy, de lo que quiero y no, de lo que me gusta. De lo mucho que quiero a mi familia de sangre que está lejos, pero cada vez más cerca. De lo mucho que agradezco mi familia de elección. Quizá lloré despidiéndome de lo que nunca sería sin imaginarme todo lo hermoso que podría ser, venir en el futuro.

Y estoy aquí, ahora. Seis años después. Agradecida. Escuchando una llamada por teléfono que dice "feliz aniversario" y también me susurra que podría haber otros horizontes, otras muchas cosas que me quedan por explorar. En otros sitios. En otros momentos.

Supongo que todo es cuestión de unir los puntos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...y punto a punto, se van formando las constelaciones. Famiias de estrellas multiculturales. Familias adoptivas.

mariana m* dijo...

Em sembla que muchos de los que andamos por acá cumplimos años por las mismas fechas. ¡Felicidades! Yo digo que si seguimos, es porque hemos de cumplir con el destino o, por lo menos, con nosotros mismos que tuvimos la agallas para llegar tan lejos, o no, de nosotros mismos. Como quiera que sea, me parece que estamos bien y queremos seguir en el camino éste que hemos ido trasando allende las fronteras de nuestros pueblos. ¡Abrazo!

AC Uribe dijo...

Mariana... a mí también me lo parece. Y por lo tanto, felicidades también para tí y un abrazo y más agallas para ver de a cómo nos tocan los próximos años. ¿Y el café? ;)

Gatito Biónico dijo...

Nostalgia de migrante.
Punto a punto.