Llueve. Ha llovido toda la mañana. Me hace recordar mis veranos infantiles - esos en interior, con Maratón, Turista Mundial o Serpientes y Escaleras. Pero ahora no. Estoy sentada frente a la computadora y escribo notas de cosas que tendría recordar, agradecimientos a gente que ya no está en mi vida, cartas para intentar salvar proyectos deshauciados.
Se queda a un lado la lista enorme de cosas por hacer. Ir al banco. Buscar por enésima vez una maleta, porque en el último viaje se rompió la que tenía. Resolver bien qué vamos a cenar. Atención: ayer hice hasta un pay de manzana.
No es que esté mal, es que es diferente. Y me cuesta aceptar las vacaciones como un periodo de ruido blanco, de atención a otras cosas - de leer novelas policíacas y ver la televisión. Al final, a través de las páginas, siguen por ahí atacándome las preguntas de siempre, La Pregunta: "¿eres tú? ¿eres las que decías que querías ser?".
Por lo pronto, sigue lloviendo. El gato se acurruca contra mis pies y sale corriendo cada vez que se escucha otro trueno escandaloso. No sé si nos queremos, pero sé que disfrutamos nuestra compañía. Y que a él, más que a nadie, le duele que me haya roto las uñas con la maleta descompuesta - no le rasco igual detrás de las orejas.
Agosto se va a acabar. Y también la tercerca novela de Stieg Larsson. Y mis viajes vacacionales. Pero tengo por seguro que mis preguntas - esas, las de siempre - seguirán ahí, como ruido blanco.
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2 comentarios:
Mira, mira... que hogareña te has puesto durante estas vacaciones, donde estan las fotos de ese rico pie de manaza??
Jajaja, Josie... nada de fotos. Seguí tu receta, pero no me quedó del todo bien. Ya será para la próxima :D
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