Cuando uno está adolescente y tiene la fortuna que le haya tocado una habitación para si mismo en casa, la convierte en algo así como en un reino de absoluta tranquilidad. Que afuera se puede estar cayendo el mundo pero ahí, detrás de las puertas, en esas cuatro paredes, todo está aparentemente bien. Por lo menos durante un rato. En poco tiempo. Luego descubres que hay que salir para ir al baño o a la cocina a comer algo y necesitas liberarte de la verdadera "zona de confort".
Después, el concepto de "zona de confort" se extiende a toda la casa. Pero igual, uno no se puede quedar encerrado atrás de la puerta con tres candados - aunque no sea negra, ja -. Hay que salir a la calle, a comprar víveres, a encontrarse con otros.
Regreso a Guadalajara y tengo la sensación de estar en la recámara de mi adolescencia, en la casa en la que crecí. Es una zona de confort: conozco sus errores y sus zonas mullidas, lo mejor y lo peor.
A veces creo que quiero quedarme. Pero sé que necesito salir para entender, para completarme, para estar.
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3 comentarios:
Darling:
Yo también voy a estar en Guadalajara. El domingo, lunes y martes. Espero que nos podamos ver.
Phoebus
Oh, que suerte regresar a tu habitación de toda la vida.
Yo voy en septiembre, pero no volveré a estar más ahí: mis padres vendieron aquella casa de toda la vida y viven en otro lugar!! :(
De todas formas me hace feliz pensar en muchas otras bellas cosas de estar ahí... coincidiremos en Guanatos???
Un abrazote!!
Regresasteeeeeeeeeeeeeeeeee??????????? A ver, para siempre. Ahora leo más para enterarme del chisme.
Disfruta la estancia!!
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