Nueve de la mañana del domingo. Tengo dos horas trabajando. Es lo que tiene el trabajo "global" - no siempre se encuentra en el mismo huso horario. Cuando sonó mi teléfono en la mañana, por un momento pensé que me había olvidado de quitar el despertador. Pero no, era el teléfono en el que me pedían, desde el otro lado del Atlántico, un documento que sólo estaba en mi computadora de la oficina. Así que tocó rehacerlo, mandarlo y bueno, ya encarrilados, seguir trabajando.
Me dediqué a unas cosas que tenía pendientes en la Wikipedia. Y me doy cuenta que necesito una clase, porque realmente lo hice por instrumentos. Bendito sea el cortar y pegar.
Voy por el diario y hacia la playa. Ya que me levanté temprano, que sirva de algo. A ver qué me encuentro en la playa de domingo por la mañana en este agosto barcelonés.
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