12.8.08

Primer lunes

Regreso de las vacaciones. El final fue abrupto, raro, caótico. Basta decir que me quedé un día demás varada en París. Sé que no suena dramático - pero puede serlo.

El primer día de trabajo se trata de ir al Consulado Chino a pedir la visa para ir a China (duh). Llego temprano, medio dormida, abochornada por el calor. Temo que me falte algo. Siempre temo que me falte algo. Paso horas escuchando excusas imbéciles por parte de españoles que deciden no cumplir con los requisitos que están en la página web porque "yo ya había hablado y no me habían dicho que se necesitaba eso". Antes de mí, un chico se toma una hora en entregar los papeles y otra 45 minutos. No les dan nada porque no traen lo que deben de traer. A mí, una chica china súper simpática - que después me dice que también se llama Cinthya en su nombre accidental - me acepta el trámite en 5 minutos y me ofrece tener mi pasaporte listo en una hora.

Voy bajando avenida Tibidabo y veo el tranvía. Es tan bonito y me recuerda a San Francisco. Hablo por teléfono a casa para ver cómo está Diego y mientras le doy instrucciones, el conductor del tranvía me pregunta que si no quiero ir con ellos a pasear por el Tibidabo. Le digo que sí pero que tengo que desayunar primero. Mientras me tomo el café con leche - mi desayuno de las 12.45 de la mañana - pienso que es una locura subirme al único tranvía rojo que hace la ruta del tranvía azul sin conocer al conductor que me invita. Pero igual pago y camino hacia ahí. Cuando ya nos vamos, unos jubilados le hacen burla al ver que yo sí que había regresado. Pero el tranvía se descompone por unos minutos y yo necesito ir por mi visa. R, el conductor, me lleva hasta la puerta del Consulado en el tranvía. Y yo prometo volver a subir con él cuando termine el trámite.

Y al final subimos. Y me cuenta un poco de su vida, y yo de la mía, e intercambiamos teléfonos y quedamos en ir algún día a tomar algo con unos amigos suyos que son periodistas también. Yo qué sé. No llamará. Pero no importa. Me encantó que me invitara a compartir un rato de su día.

Llego a casa y encuentro una canción vieja de Jorge Drexler. Y la escucho una y otra vez. Y me acuerdo de aquello que decían de que las mujeres contentas - las bien tratadas, las queridas - son las que al final resultan más atractivas. El soundtrack de hoy, entonces, tan cursi, es "Me haces bien", de Jorge Drexler

Para contarte, canto,
quiero que sepas cuánto,
me haces bien
me haces bien
me haces bien

1 comentario:

Dardane dijo...

Eres mi ídolo! últimamente el mundo se rinde a tus pies. Que iusión!!!

Te mando un abrazo pre-turco. Un besote

Dardané