En algún sitio leí que hoy es día de la Secretaría. Que en México por lo menos se celebra - aparentemente - el tercer miércoles de julio. Y mi calendario dice que es tercer miércoles de julio. Así que esta nota tiene "actualidad noticiosa". (Asunto confirmado por Twitter gracias a Blue4).
Mi reflexión empezó en realidad hace un par de meses. No puedo negar que parte de mi muy entretenido y extraño trabajo incluye labores "secretariales". No me molesta. De hecho, soy bastante buena para lidiar con ellas cortesía de las monjas que me dieron clases en la secundaria - sí, tengo un diploma con mi foto que dice "Secretaria Ejecutiva Bilingüe". Agradezco no tener que tomar notas en taquigrafía, pero mis dedos vuelan literalmente sobre un teclado. Y lo agradezco un montón por infinitas razones.
El asunto es que mi trabajo requiere ciertas habilidades "secretariales". Y lo asumo con tranquilidad. Con todo y el elegante título de "asistente ejecutiva". Todo va bien hasta que alguien se le olvida que mi título nobiliario dice "Program Manager" y me describe en un mail como "mi asistente personal". Ardí en cólera. Pero no dije nada. Porque soy prudente. Y probablemente porque soy idiota. Pero porque en el momento era más útil para mí no decir más.
Pero no pude evitar reflexionar más al respecto. Cuando era niña, la secretaria de mi papá era algo así como el equivalente de una sobrecargo, pero en tierra. Vamos, que me parecía que tenía un trabajo de lo más guay. Además, iba súper linda, olía muy bien, era amable... el non-plus ultra.
Conforme vas dejando la primera década de vida comienzas a darte cuenta que la secretaria también desata otro tipo de pasiones. Y de comentarios. Ya no empiezas a verla "arregladita", sino un punto cutre. Y te das cuenta que tiene que ser triste llevar la agenda de alguien más.
Pero tener una secretaria es deseable por muchas cosas - en el supuesto. Implica un cierto estatus - no cualquiera tenía una, y menos ahora en la época del do-it-yourself. Y bueno, si los altos ejecutivos buscan a universitarias de escuelas privadas como sus lolitas preferidas, hay que decir que los empleados de medio pelo encuentran ese tipo de "sex appeal" en las secretarias de los jefes.
No me lo invento. Aquí están unas tarjetitas que me dieron en la ciudad de México. Nada que buscar "cubanas ardientes" ni "lolitas góticas". Nel. Una secretaria. Supongo que es aquello de tener placer y poder al mismo tiempo. Sabe.
El punto es que ya no sé si esto es un post honroso para el día de la secretaría o no. Y para rematar, subo este espantoso vídeo de Daniela Romo (con todo y Miguel Bosé). Pero es una verdadera joya del kitsch que no hay que dejar pasar.
Última: la mejor película sobre dominación y escarceos con secretarias es, sin lugar a dudas, The Secretary de Steven Shainberg, con James Spader y Maggie Gyllenhaal. Hay que verla.
16.7.08
Óscuro y kitsch objeto de deseo
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3 comentarios:
Gracias por las gracias. Cierto, antes tenían un cierto encanto, aún encuentro a algunas que tienen más control y poder que el mismo jefe y ganan mucho más que yo (quesque licenciada con maestría y todo), pero también hay muuuchas ineficientes, muy poco arregladas (nueva enfermedad de las sobrecargos) y menos amables y por eso pierden todo encanto.
Apenas hoy me entero que Miguel Bosé era el jefe de ese video jajaja
En mi anterior empleo llevaba la agenda personal y laboral de mi jefe, le recordaba los cumpleaños de los clientes y de sus hermanos, mil cosas de ese estilo. Todo el mundo me nombraba como "la asistente personal de perengano", no me molestaba tanto, pero ardí en cólera también cuando una mujer me llamo "la secretaria de perengano", y no es pa' tanto pues. Las honro yo también desde mi trinchera tapatía.
hola! te invito a un concurso kitsch en mi blog. saludos!
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