En Barcelona hay chorromil quinientos doce bares. De todos esos, hay dos o tres a los que suelo ir. Porque me encanta la música. Porque bebo lo que me gusta. Porque me siento cómoda. Máximo tres, pues, no más.
A él no le gustaban. Y hoy, primera noche que salgo, con ganas de reírme, entra al que más denostaba de todos.
¿Mensajes de botella? ¿O cómo?
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2 comentarios:
Los caminos del señor son inescrutables.
Absolutamente, querido mío. Saluditos.
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