Las otras chicas
Las chicas Super-Poderosas en mi imaginario personal a veces son tres y otras tantas - tardes de televisión con pizza y vino tinto - son cuatro: Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda. Descubrir Sex and the City hace poco más de un año gracias a Canal 40 y las series en DVD, fue un verdadero descanso. De pronto me dí cuenta que las cosas no estaban tan mal, aunque a veces pareciera que sí. Que uno puede reírse de todo: especialmente de uno mismo.
Hace un par de días un amigo mío despotricaba contra la serie diciendo que era lo más anti-feminista del mundo porque se la pasaba hablando de la cantidad de zapatos y de hombres que podían o no conseguirse las protagonistas en lugar de ser totalmente progre y centrarse en sus éxitos.
Gran sorpresa cuando descubro hoy que mi amigo - hombre usualmente definido por la originalidad de sus ideas - plagió o fue plagiado por el NYT en un artículo de Catherine Orenstein. ¿Qué habrá sido primero? ¿Estará contagiándose del mal que aqueja a los columnistas del Reforma? ;)
Según la Orenstein, el gran problema de "Sex and the City" - el que supuestamente la convierte en heredera manca y coja de otras series de mujeres de los setenta y ochenta - es que hace ver a las chicas muy poco profundas, más preocupadas por sus zapatos y sus relaciones que por su futuro y sus trabajos.
Yo creo que es honesta. Habemos muchas mujeres en el mundo que por razones incomprensibles gastamos el dinero que ganamos en cosas tan absurdas como unos zapatos ridículamente caros. Hay muchas otras que, como Miranda, ahorran hasta comprarse un enorme departamento e invertir... y después se sienten solas y escuchan voces - imaginarias o no - que les dicen que son una amenaza para los hombres a su alrededor.
Decía el Duque el viernes que si la serie tratara de hombres y fuera igualmente honesta tendría también como tema principal las relaciones. Porque finalmente es lo que más importa.
Poco a poco, dejamos cada vez más atrás los años ochenta y el rush breateastonellisiano típico de la Generación X (whatever the f*** it means). Cada vez es menos importante lo que tienes en contraste con quién eres (por lo menos para ingenuos peligrosos como yo). Y en este caso, creo que ese es el gran acierto de Sex and The City: que empieza a poner en clara tela de juicio la importancia de tener más y más cosas si es que no se tiene alguien con quién compartirlas.
En fin. Supongo que también como argumento de defensa a la serie - que yo adoro - podríamos decir que siempre es reconfortante. A mí me reconforta saber que cuatro mujeres que ya pasan la frontera de los treinta años están tan confusas como yo. Me hace sentir que todavía tengo todo el derecho del mundo a equivocarme. Y eso es un buen respiro.
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